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A hombros del espectáculo

Andy Cartagena y Lea Vicens comparten la primera puerta grande del serial gracias a un buen encierro de Bohórquez

Andy Cartagena y Lea Vicens saliendo a hombros. JOSE NAVARRO

Los clarines y timbales que dieron arranque en este Feria de Hogueras de 2018 sonaron para recibir en el ruedo a tres rejoneadores de variados estilos. Al acabar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de Iván Fandiño, caído en el ruedo hacía justamente un año. El recuerdo para los héroes del toreo que ofrecen su vida cada tarde y que, a veces, deben pagarla con honor.

Se lidiaron astados de Fermín Bohórquez que dejaron estar sin apreturas a la terna de aúpa y, en varias ocasiones, hasta les facilitaron sonoras ovaciones. Y quien más se llevó fue, sin duda, Andy Cartagena en el quinto de la tarde. Tras recetarle un rejón de castigo a lomos de «Mediterráneo», sacó a escena a «Pericalvo», un clásico de su cuadra, con el que comenzó a llenar de alardes de doma tanto los cites como las salidas de las reuniones. Dos banderillas a las que siguieron otras tantas esta vez sobre «Apolo», con el que levantó al público de sus asientos y clavó a estribo muy meritoriamente. El toro respondía a los cites y dejaba lucirse al benidormí.

Pero la locura llegó con «Luminoso» y sus cabriolas sobre las patas traseras. Importó más el adorno que lo esencial, y se demostró con el público enloquecido cuando, a lomos de «Pintas», dejó su sombrero sobre el testuz del toro tras clavar dos banderillas cortas en ruleta. Un pinchazo y un rejonazo dieron paso a la concesión del doble trofeo y la vuelta al ruedo para el toro «Ovacionado».

Demasiado excesivo ese premio para el astado, sobre todo porque mucho más encastado y emocionante resultó el tercero, al que Lea Vicens no acabó de tomar el pulso a pesar de clavarle dos rejones de castigo de salida. Clavó a grupa en excesivas ocasiones, hubo pasadas en falso y violines que se cayeron al suelo, demasiado desafinados. Como mató eficaz, se llevó un trofeo.

Más medida tuvo su labor al sexto. Dos rejones de castigo otra vez para ahormar a un astado que permitió a la amazona templarse más. Con «Gacela», «Greco» y «Espontáneo» cumplió el expediente para poder arrancar el otro trofeo que le permitía acompañar a hombros a Cartagena, quien ante su flojo primero perdió un posible trofeo por los aceros tras otra faena de alardes y populista.

Las cosas del toro: quien mejor toreó a caballo dejó la plaza a pie. Pablo Hermoso de Mendoza volvía al ruedo alicantino tras seis temporadas, y para él fue el lote menos propicio. Le cortó una oreja al cuarto sobre todo por su labor a lomos de «Disparate», llegando mucho al toro, toreándolo desde el bocado hasta el estribo. Lo que se dice templar a caballo.

Y no se llevó otro trofeo del que abrió plaza porque falló con el acero de muerte y pagó eso que muchos llaman la «frialdad» del comienzo. Pero dejó momentos muy toreros con «Alquimista», «Berlín» y «Jabugo», sobre todo cuando templó a dos pistas y cuando clavó, siempre a estribo y sin alardes excesivos. Su labor fue más rejoneo y menos circo.

A sus toros, además, no los machetearon los subalternos antes de entrar a matar. Qué detalle tan feo, que se vio en varias ocasiones, y que convierte el rejonazo final en una lotería encimista sin casi mérito. Qué poca elegancia.

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