Unir a Niño de Elche y a Israel Galván es como echar gasolina a las llamas, como provocar una combustión que deriva en fuegos artificiales. Heterodoxos del cante y el baile, o más bien, heterodoxos de todo lo que montan sobre un escenario, ahora unen su torrente de ideas y apuestan por cruzar la línea roja juntos.

El resultado de esta mixtura lleva por título Coplas mecánicas. Era bastante improbable que al espectáculo lo bautizaran con un conjunto de palabras manidas o tópicos al uso. Y se estrena el próximo jueves en el Sónar de Barcelona, festival que abrió la puerta grande a Francisco Contreras hace unos años y así la dejó, entreabierta, para que vuelva sin tener que llamar.

Y lo ha hecho. El Sonar llama a Niño de Elche para que repita y él dice que sí, pero con Israel Galván. Después de algunas colaboraciones entre ambos, decidieron que el Sónar bien merecía vivirse a dúo y empezaron a trabajar en este espectáculo específico, nuevo y, como no, distinto, innovador, rompedor.

Se conocen muy bien. Ayer los dos afrontaban en París la última función de La Fiesta, montaje que el bailaor presentaba desde el día 9 en el Théâtre de la Ville de la capital francesa, y en el que colaboraba el artista ilicitano. Hoy eso ya es historia y la vista está puesta en el festival de la Ciudad Condal. «Me llamaron para que hiciera lo que me apeteciese y eso es lo que me apetecía, hacer un dúo con Israel, una especie de concierto en el que nos rodeamos de máquinas que han tenido algún papel en el desarrollo del flamenco», apunta Niño de Elche desde la capital francesa.

El título -dice- viene de la obra de Antonio Machado Juan de Mairena, «en la que se habla de la construcción de una máquina popular que creaba coplas». De ahí a Coplas mecánicas va un trecho.

En el escenario, Niño de Elche e Israel Galván. El primero canta con el cuerpo y el segundo baila con la voz. O al revés. «Todas las máquinas están activadas, son máquinas rudimentarias, no electrónicas como ahora, son máquinas adaptadas o hechas para nuestro movimiento, como máquinas de vibración para la voz, que nos ayudan a extraer los sonidos».

Ambos tenían claro que no querían ser «los flamencos modernos que van con las máquinas último modelo, nos interesa más la lógica maquínica que la máquina en sí porque más máquina que nuestro cuerpo no hay nada». Por eso, la voz es fundamental, pero destaca que el espectáculo es más «performático, se trabaja desde otro prisma, más allá de la voz cantada». Así que Niño de Elche más que cantar inventa sonidos e Israel Galván además de baile pone también el sonido que sale de su propio cuerpo

Fácil no es. Aunque Contreras, cuyo último disco ha sido Antología del cante flamenco heterodoxo,Antología del cante flamenco heterodoxo con nada menos que 27 temas en los que reinventa los palos del flamenco, sigue explicando. «La máquina para el flamenco ha sido fundamental; desde la revolución industrial todas las sociedades occidentales son intoxicadas con la máquina y el flamenco como es arte urbano pues también».

Después del Sónar, estarán muy cerca. El domingo 17 cerrarán en Valencia el Festival Tercera Setmana.