El afianzamiento de la mentalidad burguesa en las ciudades a mediados del siglo XIX llevó aparejada la construcción y proliferación de zonas verdes y jardines en el ámbito público. También en Alicante. Cuenta de ello da el arquitecto Santiago Varela que ha recogido en un libro los planos y documentos que sirvieron de base para teñir la ciudad de verde. Algunos se ejecutaron, otros se modificaron con el tiempo y varios nunca se realizaron.

Arquitectura de los jardines de Alicante en los documentos es el título de este volumen, editado por el Instituto Juan Gil-Albert, que se presenta el lunes, a las 19.30 horas, en la Casa Bardín, con la intervención de José Ramón Navarro. En él, Varela quiere poner de manifiesto que la construcción de la ciudad tiene en su mayor parte la firma de arquitectos y supone el punto y final a una trilogía que inició con Las esculturas urbanas en los paseos por Alicante y continuó con La arquitectura de Enrique Sánchez Sedeño y el modernismo en Alicante.

Precisamente fue al realizar estos dos libros cuando «iban saliendo planos y documentos de jardines», asegura el arquitecto que ha centrado su búsqueda en el Archivo Municipal de Alicante como «fuente de conocimiento». «En las carpetas de cada calle iban saliendo cosas de arquitectos y proyectos de plazas y de jardines».

El libro, con prólogo de la conservadora del MACA, Rosa María Castells, incluye el análisis de esos planos y también su reproducción. «En esa época, mediados del XIX y primeras décadas del XX, se confiaba en los dos montes, el Benacantil y el Tossal», afirma. «A principios del siglo XX el ingeniero Mira hizo en el Benacantil unas infraestructuras fabulosas que aún están, los caminos, los taludes, los muros o los drenajes, y se concebía esta zona como espacio abierto».

Varela apunta que la ciudad anterior a mediados del XIX «tiene muy pocos jardines por no decir ninguno o eran privados, una tendencia que se daba en todas las ciudades de esa época, cuando la burguesía toma el dominio de los municipios».

Fruto de esta investigación se recoge la existencia del Jardín Botánico de Alicante, un proyecto que se ejecutó hacia 1816, y que se encontraba en el barrio La Florida. «La asociación Amigos del País adquirió los terrenos para crear la Escuela de Botánica y empezaron a cultivar». Según el arquitecto, «el proyecto es precioso, pero duró muy poco tiempo porque enajenaron los terrenos para recuperar la inversión y hoy hay una urbanización en ese lugar que conserva el nombre».

Otro proyecto destacado en el libro es el que se realizó para convertir el Monte Tossal en parque urbano. «En las escaleras que ahora llevan al instituto Jorge Juan se proyectó un parque, a los lados de la escalinata y en la parte alta; se llegó a ejecutar, pero por el tema de la escasez de agua de riego la plantación de pinos fue escasa».

La actual Rambla, entonces Paseo de la Reina, recoge una zona central arbolada y el trayecto del tranvía urbano. «En 1884 era un paseo elevado, como resultado de derribar las murallas; luego se rectifica para el que el trazado fuera por el lado contrario».

Un proyecto que resulta muy interesante es el de los quioscos para venta de agua procedente de la Alcoraya, tras conseguir la concesión el Marqués de Benalúa en 1880. «El Ayuntamiento le dio autorización para situarlos en la plaza de San Francisco, el Portal de Elche y el Panteón de Quijano, aunque este último no llegaría a construirse».

Santiago Varela también «entra» en algunos jardines privados, como el de la casa de Carmen Domenech, situada en la calle Lorenzo Casanova, esquina con Alemania, que fue derruida en 1978. «El proyecto de ampliación lo realizó el arquitecto José Cort Botí en 1927 y en él incluyó una capilla en los jardines; es un proyecto muy bonito».

Reunir y analizar toda esta documentación supone también descubrir unos dibujos en plano de «gran calidad». Varela destaca que «hay dibujos preciosos, desde un punto de vista de resolución académica» y remite a la puerta de entrada de la Plaza de Ramiro, entre otros muchos. «Los proyectos y las realizaciones que se ejecutaron en las últimas décadas del XIX, en general obedecen a los conocimientos académicos de los arquitectos que trabajaban aquí». Posteriormente, a medida que avanza el siglo XX, «empiezan a intervenir los ingenieros».

Pese a todo, Santiago Varela afirma que «Alicante es deficitaria en zonas verdes», en parte por la escasez de agua. «Ahora hay lo mismo que había antes prácticamente solo que la ciudad era mucho más pequeña».