El alcalde de Alicante, Luis Barcala (PP), desaprovechó ayer una oportunidad única para pasar de la palabra a los hechos, que para algo está ahora al frente del gobierno local. En su intervención en el homenaje a las víctimas del bombardeo fascista del 25 de mayo de 1938, Barcala habló de trabajar a favor de una «sociedad más democrática» y defendió la unidad política: «Es de justicia que desde las instituciones y los grupos políticos asumamos la responsabilidad de defender el recuerdo de nuestro pasado para dignificarlo». Nada que objetar a esas palabras, si no fuera porque en Alicante siguen luciendo calles franquistas. Ayer era un día ideal para anunciar la convocatoria de la Comisión de la Memoria Histórica, que debe certificar el cambio del callejero. El trabajo ya está hecho. Sólo falta voluntad.
