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Donna Leon: « La misión de las novelas no es ni enseñarnos ni darnos lecciones»

La escritora norteamericana ha ambientado 27 novelas en Venecia, pero no cree «que ninguna ficción pueda superar la belleza de la ciudad»

Donna Leon: « La misión de las novelas no es ni enseñarnos ni darnos lecciones»

Donna Leon (Nueva Jersey, 1942) ha dedicado 27 novelas al comisario Brunetti y a Venecia, la ciudad donde reside desde 1981. O, mejor dicho, residía, ya que ha decidido «exiliarse» la mayor parte del año a Suiza ante la invasión de turistas que sufre su amada ciudad. Aunque es una de las más populares escritoras contemporáneas de novela negra, ella sigue prefiriendo leer a los Henry James, Austen o Dickens que enseñaba en la universidad y, por supuesto, escuchar ópera, su verdadera gran pasión. Acaba de publicar La tentación del perdón, sobre un caso de estafa en Venecia y la responsabilidad de una madre en defensa de los suyos a cualquier precio. La semana pasada fue cabeza de cartel de València Negra.

P He leído que invierte gran parte de lo que gana con sus novelas produciendo ópera. ¿Por qué?

R ¿Por qué no? No es una respuesta sarcástica, créame. Pero, ¿por qué la gente que gana cierta cantidad de dinero por encima de lo que necesita para vivir no puede utilizarlo para otras cosas? A un colegio, o a Médicos Sin Fronteras, o a un refugio para animales, a un museo, a un amigo que necesita dinero... En mi caso, es a una orquesta. Soy una gran amante de la ópera barroca, una forma de arte que me ha hecho disfrutar mucho. Por eso, creo que es correcto hacer lo que pueda para que los músicos tengan la oportunidad de seguir trabajando y produciendo música maravillosa. Pero créame, no invierto en eso todo lo que gano. Mantengo una buena parte de mis beneficios para comprar helados de café.

P ¿Qué le aporta la ópera que no le aporta la escritura?

R Escribir es un trabajo. Un escritor se sienta solo en su habitación durante horas todos los días, mirando fijamente a la página (de papel, o a una pantalla de ordenador) intentando contar una historia. Por contra, la ópera es todo belleza y todo lo que tiene que hacer una persona es sentarse y escucharla. También creo que podemos admirar el talento de los músicos y cantantes porque sabemos que no tenemos su talento o su genio.

P ¿Considera que la novela negra ha superado ya el muro que separa la literatura popular de la alta literatura?

R No. Es fácil captar la atención de los lectores con crímenes y violencia. Es mucho más difícil retratar el corazón y el alma humanos cuando los personajes se enfrentan a la vida cotidiana y nada más.

P ¿Por qué, pese a vivir y ambientar sus libros en Italia, nunca los traduce al italiano? ¿Es una forma de poder escribir sobre ellos con completa libertad?

R Escribo sobre Italia y los italianos con total libertad. Los escritores italianos son los únicos que critican el país y la sociedad: yo únicamente señalo los problemas. Quiero pensar que mi infinito amor por la gente y el país es evidente en mis libros.

P ¿Cuál es su relación con su personaje, el comisario Brunetti? ¿La de una madre, la de una esposa, la de una hermana, la de su yo femenino?

R Para mí es un personaje de ficción con el que he acabado familiarizándome con el paso de los años. Me siento cómoda escribiendo sobre sus reacciones a los acontecimientos y la gente porque sé, o al menos lo pienso, cómo piensa y qué siente respecto a la mayoría de las cosas.

P Después de 27 novelas protagonizadas por Brunetti, ¿qué le hace seguir sentándose ante una hoja en blanco? Porque no creo que sea sólo por dinero...

R Escribir libros es divertido. Puedo hacer bromas, escribir una descripción de una persona o lugar que haga que otra persona lo vea claramente. Y puedo contar historias y controlar qué pasa en ellas.

P Como ocurre en su última novela, sus criminales no suelen ser gente sin principios, sino más bien gente normal con vidas complicadas. ¿La gran lección de la novela negra es que cualquiera puede ser malvado?

R No estoy segura de que la misión de las novelas sea enseñarnos o darnos lecciones: espero que las mías no se lean de esa manera. Creo que las novelas hacen un retrato de la vida e invitan al lector que piense en lo que acaba de leer, en las vidas que han llegado a conocer, en las personas que ha escuchado hablar y oído. Y luego el lector puede llegar a cualquier conclusión que desee. Y tampoco creo que cualquier persona pueda ser malvada. La mayor parte de las novelas están llenas de personajes a los que la maldad es ajena: Elizabeth Bennett, Pip Pirrip, Isabel Archer, Lily Bart? Todos ellos están rodeados de personajes capaces de hacer cosas perversas, pero ellos se mantienen nobles y, si les tientan, se niegan a ceder.

P Desde hace un tiempo usted reside entre Italia y Suiza. ¿Ha tenido que huir de esa Venecia tomada por los turistas?

R Es difícil vivir en cualquier ciudad turística, tal como los habitantes de Barcelona están aprendiendo. Como Venecia es geográficamente tan pequeña y tiene una población de menos de 54.000 residentes, la llegada de 30 millones de turistas al año hacen de la ciudad un lugar inaguantable la mayor parte del año. Yo aún voy allí al menos una vez al mes, durante una semana o por ahí, para ver a los amigos y estar en la que todavía es una ciudad preciosa.

P Con tanto turista, ¿son ahora sus novelas lo más real que tiene esa ciudad?

R No creo que ninguna ficción pueda superar la belleza de la ciudad. Cuento historias que reflejan una parte de la ciudad y sugiero cómo piensan y sienten los venecianos, pero la realidad -en las piedra, cristal y vistas maravillosas- es mejor que cualquier ficción.

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