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Contra el acoso escolar

Hoy es el día mundial de la lucha contra el bullying, que significa intimidación

Anotaciones de alumnos sobre bullying. rafa arjones

¿En qué consiste el acoso escolar?

Es una relación de maltrato entre escolares. Es una enfermedad doble, la padece el agresor y acabar sufriéndola el agredido.

¿Es frecuente?

Se estima que en España un 1,6% de los niños de forma constante, y un 5,7% de forma esporádica, lo sufren. Se da tanto en colegios públicos como privados, en las grandes ciudades y en los pequeños pueblos, en cualquier contexto social. Es más frecuente en las niñas y al entrar en el periodo de la adolescencia. Y también entre jóvenes diferentes, por ejemplo por presentar síndrome de Down, autismo, síndrome de Asperger, o si son homosexuales o transexuales. También parece ser más frecuente en primaria que en bachillerato.

¿Cómo se detecta? ¿Qué rasgos presenta el afectado?

La víctima suele estar triste, está afligido, le cuesta ir a clase y si puede falta a ellas, tiene miedo. Su rendimiento académico baja, luego puede tener también dificultades para conciliar el sueño, incluso dolores de cabeza o de estómago, náuseas y vómitos, en ocasiones llora.

Puede vivir aterrorizado, con temor de volver a la escuela. Por ello se muestra solitario, nervioso y con frecuencia triste. Puede avanzar hacia pensamientos de suicidio que, aunque excepcionalmente, a veces se materializa.

¿Y qué rasgos tiene el agresor?

Suelen ser muchachos sin empatía, o algún tipo de patología psicológica. A veces porque han convivido con la violencia: era habitual en su casa, entre sus familiares, e incluso con él. Con frecuencia insultan y ridiculizan. Dicen de los otros mentiras, les ponen motes para que caigan mal. Intencionalmente ignoran a la víctima, las aíslan y las excluyen del grupo. Otras veces las empujan o pegan. Es frecuente que el agresor tenga una necesidad imperiosa de dominar, imponer o agredir. Otros compañeros les asocian con el hostigamiento, actuaciones que se ven favorecidas si no hay nadie, por lo general si no hay familiares o profesores que pongan límite a esas conductas.

No es infrecuente que los agresores estén en la antesala de las conductas delictivas, se aproximan al hacerse protagonista de violencias. Se comportan como autoritarios. Otras veces, y aunque sorprenda, pueden tener una baja autoestima. Se ven reflejados en los que agreden. No se han descubierto genes en los agresores relacionados con su conducta, pero se considera que sufrir agresiones puede modificar algunos del que las recibe.

¿Dónde suele realizarse? ¿Cuál es el medio y cómo actúan los compañeros?

Mayoritariamente en las escuelas, pero puede darse en cualquier ámbito. De hecho, en ocasiones el acoso se traduce en grabaciones que luego publican en las redes sociales. Este acoso con nuevas tecnologías se llamada ciberbullying.

En muchas ocasiones la situación se mantiene por la ignorancia o la pasividad de los que rodean al agresor o la víctima, sean compañeros, profesores, e incluso familiares. Pueden apreciarle pero no intervienen. En una encuesta realizada, un 22 por ciento de los compañeros estiman que los profesores no se enteran, un 10 por ciento que miran para otro lado y el 19 por ciento que no saben evitarlas.

¿Cuáles suelen ser las consecuencias?

Los afectos tienen miedo y con frecuencia tendencia a padecer ansiedad y depresión, estrés post traumático o trastornos del estado anímico. Favorece que en ellos la autoestima sea baja, sufran trastornos emocionales activos y pasivos. Es habitual que el rendimiento escolar baje en ellos. A veces asocian dificultades para conciliar el sueño, también dolores de cabeza o de estómago, náuseas o vómitos y con frecuencia llanto fácil.

¿Se puede prevenir?

No es fácil pero los padres del agresor la evitarían si le hicieran crecer en un ambiente sin violencia, sin autoritarismos y con la educación adecuada. También ayuda si en la sociedad se crea una conciencia de que los compañeros denuncien los casos de esta violencia, aunque no se padeciera a nivel personal y un rechazo al contexto donde lo sufren. Al parecer eso sucede en él 68 por ciento de los casos, y en un 36 por ciento sin ser amigo de la víctima. Los profesores deberían estar más alerta y los políticos emitir leyes que indujeran a una menor tolerancia a las conductas violentas en los colegios.

¿Qué tipos de acoso se producen?

Son de varios tipos, los más frecuentes son los verbales, del tipo de insultos, ponerles motes, menosprecio en público, resaltar los defectos de ellos. Otros son los sociales, que en esencia consisten en aislar al individuo del grupo. Se completan con los psicológicos, que implican amenazas para provocar miedo y obligar a la víctima que haga cosas que no desea.

¿Qué actuaciones podemos poner en marcha?

Es importante que los padres establezcan un buen canal de comunicación con el agredido, que pueda desahogarse contando todo lo que está viviendo, que se comprometan a ayudarle y hacerle ver que jamás se debe sentir culpable. Luego contactar con su profesor, jefe de estudios y director del colegio y pedirles su cooperación. Si el acoso continúa puede ser de utilidad buscar la ayuda de un psicólogo.

En el caso del agresor es importante que los padres conozcan porqué lo es, acercarse a sus amigos, comunicarse con él, pedir la colaboración del colegio para dar seguimiento al caso, luego canalizar sus conductas hacia actividades deportivas de competencia, enseñarle a practicar buenas con la y ayudarle a que exprese su insatisfacciones y frustraciones sin agresión. Animarle en a que reconozca el error y pida perdón a la víctima y al tiempo elogiar le sus buenas acciones.

Debemos ayudar al agresor, pero sobre todo al que sufre sus malas acciones, al agredido. Abramos nuestros ojos para detectarlo pronto y así ayudar a sus protagonistas, como sociedad no lo toleremos.

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