Poca gente sabe que el diploma del Premio Príncipe de Asturias que Eusebio Sempere recibió en 1983 se encuentra en el Centro de Legados de la Fundación Caja Mediterráneo, o el piano de Óscar Esplá, o la paleta con la que solía pintar Emilio Varela, por citar solo algunos ejemplos.

La Fundación Caja Mediterráneo ha sido depositaria desde hace medio siglo de la huella intelectual y artística que han dejado grandes nombres de la provincia, desde el marino Jorge Juan hasta el escritor universal José Martínez Ruiz, Azorín. Cerca de 120.000 documentos y objetos particulares de 22 personas que han escrito parte de la historia local, y que en muchos casos han trascendido el territorio, se conservan en la entidad a buen recaudo. Tanto, que estos fondos solo estaban al alcance de investigadores o especialistas que quisieran consultarlos y, a la vista, solo estaba expuesto tras un cristal el despacho del escritor Gabriel Miró en la biblioteca que lleva su nombre en la fundación.

Ahora, este valioso patrimonio o, mejor dicho, una parte representativa de él, se mostrará al público gracias a la renovación del Centro de Legados que la fundación acaba de emprender, cuyas obras ya iniciadas convertirán la sala de lectura de la biblioteca Gabriel Miró en un espacio expositivo con la huella de los ya citados y otros como el dramaturgo Carlos Archives, el economista Germán Bernácer, el historiador Figueras Pacheco o el musicólogo Jaume Mas Porcel, una lista de 22 nombres de alicantinos, salvo uno de ellos, Joaquín Espín Rauel, de origen murciano.

«Queremos que el nuevo espacio sea una puerta de entrada a todo el patrimonio documental que tiene la fundación, darle valor y ponerlo a disposición del público, y de la comunidad educativa en particular», apunta Carmen Velasco, responsable de Patrimonio Documental de la Unidad de Proyectos de la fundación.

El nuevo centro, que prevé mostrarse antes de verano, además de continuar dando servicio a investigadores, contará con una parte fija como centro de interpretación y otra zona para exhibiciones temporales cuyos contenidos se irán renovando.

Los objetos y documentos que se presentarán de forma permanente aún están por determinar y elegirlos «es lo más difícil», apunta la responsable, ya que «es muy abundante y no puedes sacarlos todos» y la idea es que se ofrezcan visitas preparadas con aquellas personas que lo soliciten: «No tiene sentido mostrarlos sin nadie que vaya detallando las cosas y explicando su origen, especialmente al público escolar, con quien se pueden desarrollar talleres didácticos», apuntan desde la fundación, que quiere que, especialmente los jóvenes, «dejen de pensar que Azorín es solo una perfumería».

Aunque algunos de los fondos, como el de Azorín, se encuentran en la Casa Museo de Monóvar; el de Jorge Juan en la Casa Museo Modernista de Novelda o el de Germán Bernácer en la Universidad de Alicante, la sala permanente contará con algo de cada uno de ellos.

Pocas instituciones en España tienen legados de tantas personalidades como la Fundación Caja Mediterráneo y ese es su principal valor. «Los archivos suelen ser muy individualizados, normalmente. Tener uno solo ya es algo muy valioso para una entidad, pero aquí esa riqueza se multiplica por esa interdisciplinariedad de tantos personajes», explica Carmen Velasco, que añade que su herencia en el centro ofrece «un reflejo significativo de Alicante del siglo XX, de esa Edad de Plata, principalmente. Pero te vas un poco atrás y te lleva al siglo XVIII con Jorge Juan o hasta la actualidad con Sempere».

Velasco apunta que la confianza depositada de los legatarios o sus familias obedece a la «trayectoria cultural consolidada de la Obra Social -por ejemplo, la antigua Caja del Sureste le organiza a Sempere su primera exposición en 1965- y ha sido proactiva a la hora de buscar legados».

El presidente de la Fundación , Luis Boyer, y el director del Centro de Legados, José Payá, presentaron en febrero este patrimonio al Consell Valencià de Cultura, a cuyos miembros ha invitado a visitar para conocer in situ y establecer posibles colaboraciones.

La exhibición de estos fondos contribuirá a dinamizarlos y a completar la catalogación -aún queda un 30% por examinar-, ya que, como asegura Velasco, «los legados siempre están vivos, crecen y se reproducen constantemente». Fondos con frecuencia utilizados para investigaciones y tesis doctorales o reclamados por instituciones, como recientemente ha hecho el Museo Reina Sofía para la muestra que prepara de Sempere.