¿Por qué decide a edad tan temprana que la fotografía del tema que le interesa es el tipo de fotografía que le gusta?

Que pelo más moderno llevas... (Sonríe). No lo decidí, eso venía de familia. Mi padre era un sindicalista y me crié en una familia modesta económicamente, en la que me enseñaron que había que luchar; como los amigos que iban a las manifestaciones y tiraban piedras terminaban un poquito mal enseguida pensé que con las fotos también se podía luchar. Vi que con las fotos también se podía hacer quejas y aportar un poco a la lucha contra la injusticia.

¿Usted piensa que su trabajo es más ético que político, más político que ético o los dos ítems se cruzan?

Yo creo que es bastante cruzado ahora. Siempre ha sido ético al 100%. Político, me gustaría tanto ser así, pero es que realmente últimamente estoy perdiendo las buenas formas. Yo creo que los españoles nos hemos acostumbrado a las buenas formas políticas, pero debemos estar muy preocupados por lo que está pasando.

Viendo sus reportajes es evidente que le interesa contar historias dentro de las historias la guerra.

La guerra no es el único periodismo de primera línea, estando en un país en el que hay guerra puedes vivir cosas que, estando aquí en Europa, todo el mundo dudaría que fueran verdad; por ejemplo, estando en un pueblo en Líbano que acaban de bombardear vi a un caballo solo, en medio del caos€a mí esa imagen hizo que me interesara en hacer una historia sobre el caballo en el mundo árabe. En el sur del Líbano la cultura del caballo es muy importante, allí hay una traición muy grande de tenerlos, tienen una gran pasión por ellos, sin embargo, cuando empezó el conflicto la gente se vio obligada a dejar abiertas las puertas de sus establos para que los animales pudieron huir y sobrevivir. Yo quería que con alguna foto se pudiera explicar que eso estaba sucediendo. Por otra parte, a mí también me interesan temas relacionados con la intimidad de las personas, por ejemplo, contar cómo es un funeral, porque esas imágenes ayudan a humanizar a quiénes están en los conflictos; a la final todos somos humanos y cada uno tiene su propia realidad y sus razones para llegar a esos puntos.

Usted ha cambiado varias veces de agencia, ¿lo hace porque lo echan o porque desea hacerlo?

Bueno, me han despedido las agencias varias veces, algo que se ha venido repitiendo con el tiempo. Si yo puedo escoger, prefiero tener un contacto mucho más intenso con el editor, me gusta trabajar de la mano con el periodista que va a escribir la historia, pero no siempre es así, muchas veces trabajar con una agencia hace que mis fotografías sean publicadas en algún sitio sin que sean ciertas las informaciones que al lado de ellas están dando. Lo malo de una agencia es que tú haces fotos que luego los medios pueden utilizar para lo que quieran. Me pasó con una foto de unas estudiantes de medicina que estaban protestando porque no tenían electricidad para sus clases, era una época intensa de bombardeos, luego la fotografía la he visto publicada para hablar sobre el auge del yihadismo; muchas veces ponen la primera imagen que se les ocurre y a ti como fotógrafo eso te hace sentir muy mal porque te pasas dos años trabajando en un lugar, estableces relaciones con las personas y un sentimiento de responsabilidad y claro, te molesta que pasen cosas como estas. Tú puedes pensar en dos imágenes que se complementan y muestran la historia, pero terminan publicando solo una que no es precisamente la que uno quisiera y además la ponen en portada. A mí eso me deja muy mal sabor de boca. El New York Times es un medio en el que estoy muy a gusto allí me dejan publicar lo que yo quiero, pero también te pueden pasar experiencias con las fotografías.

Usted ha trabajado en muchos conflictos en diferentes países del mundo; ha hecho reportajes, por ejemplo, en Irak, Gaza, Líbano, Libia, Túnez, Egipto, Colombia, pero ¿hay algún lugar en el que haya disfrutado su estancia?

Yo he estado muy a gusto en el Oriente Medio, con los códigos de comportamiento que hay. Allí la gente no tiene miedo a la fotografía€ si tú quisieras en España llegar a la casa de alguien se necesitarían muchos permisos porque aquí tenemos un miedo al extranjero; allí es mucho más sencillo, la gente te abre las puertas de su vida sin ningún tipo de temor. En Túnez me quedé a vivir dos años, en un pueblecito muy pequeño. Yemen ha sido un país al que he vuelto muchas veces, como unas siete y allí he estado más a gusto que en otros. Es una sociedad en que los hombres se drogan todos los días, tienen una hierba que mascan y la droga tarda unas cinco horas en tomar efecto; incluso la guerra para para que las personas se puedan drogar; cuando vemos los soldados en las imágenes, ellos llevan como una bola en las mejillas que es la droga que están mascando... Allí la experiencia fue muy potente, allí pasan cosas que no suceden en las sociedades que conocemos actualmente.

¿Fuera de Túnez hay algún otro lugar€?

Algo similar me ha pasado en Pakistán. Ellos usan unos cuchillos que se llaman llambías, te lo regalan cuando eres miembro de una tribu; quien lo recibe está obligado a llevarlo expuesto, si haces algo deshonroso hacia una persona estás obligado a entregar el cuchillo a la familia que has deshonrado y te obligan a llevar la funda vacía para que los demás sepan que lo has hecho. Y a mí me regalaron uno y lo tengo en casa con cuchillo y funda. A nivel de música, Pakistán también es muy interesante, hay un movimiento sufi muy potente; en la revolución que duró muchos menos meses que en otros países los líderes fueron los poetas; ellos mandaban los mensajes políticos y gente lo repetía y los cantaba en las plazas. Allí duré hasta que cayó el presidente Pervez Musharraf.

Cuando uno llega a un sitio algunas veces lleva prejuicios de que la gente necesita ayuda, pero luego de hacer el trabajo siente que los que necesitamos apoyo somos nosotros.

¿El hecho de publicar historias que parecen ir en contra de lo que a los gobiernos les interesa comunicar no le ha provocado amenazas de muerte?

Vas duro con las preguntas. Bueno, sí, no amenazas de muerte pero de otros tipos sí. Amenazas y coacciones. Yo creo que estamos viviendo en un momento ahora mismo en el que yo estoy cada vez menos a gusto trabajando.

Sus imágenes de la crisis española, publicadas en The New York Times, desencadenaron debates políticos en España y llamaron la atención sobre la realidad y la gravedad de los impactos del colapso económico en la clase trabajadora de este país€

Los gobernantes asumen que tenemos mucho poder y se les amenaza con "fakes news". Me pasó con Cataluña y el tema de red y el tema del referéndum. Rajoy salió diciendo que la mayoría de las imágenes que se hicieron eran montajes, incluso rusos se llegó a escuchar, y a mí me sorprendía mucho que dijeran que todos nos habíamos puesto de acuerdo para que eso hubiera sido un gran montaje, que Al Jazeera English, The Guardian, el New York Times, BBC, pero a mí lo que me recuerda esto y me da más pena es que me trae a la mente cuando estaba en Egipto y la gente joven se manifestaba y Hosni Mubarak salía diciendo que el problema eran los medios de comunicación. A mí tener gobernantes que adopten ese tipo de papel, de decir que el problema son los medios de comunicación y no lo que ellos hacen, me entristece bastante. Atacar a los medios de comunicación, a los cantantes, y meter a la gente a la cárcel por lo que piensan es el principio de una dictadura. Lo tenía que decir. Pregúntame algo más sencillo.

Usted ha cubierto muchas guerras, incluso las guerras del narcotráfico como la de Pablo Escobar en Colombia y también allí el conflicto interno. Hizo un reportaje especial sobre los desplazados... ¿cuál es la sensación emocional cuando está frente a una guerra en la que hay tantos muertos pero las explicaciones parece ser tan distintas?

En cualquier conflicto al que vas siempre sufren los mismos, los de abajo; sea en el choco en Colombia, en México, en Siria o en Libia siempre sufren los de abajo. Lo que sí es cierto es que cuando tienes mucha información muy real sobre lo que está sucediendo te hace comprender que todo es mucho más sencillo de lo que nos pretenden decir o ver. Cuando coges un mapa del mundo y pintas con un color donde están las riquezas y con otro color donde hay conflictos, te das cuenta que los colores se solapan unos con otros. No va a haber nunca una guerra en donde no haya intereses económicos, por ejemplo que haya minerales o petróleo que interesen a los poderosos.

Túnez es un caso diferente, ha tenido una transición política hacia la democracia sin ningún problema porque no tiene ningún producto que interese a los de Occidente y por eso les han dejado hacerla, tienen una Constitución más avanzada que la española, por ejemplo; hay paridad en el Parlamento e hicieron una coalición de islamistas, comunistas y extrema izquierda para llegar al gobierno y les dejaron hacer eso. ¿Qué pasa con Egipto o con Libia? Por ejemplo, estábamos bajando los periodistas por la frontera con Argelia, junto a los milicianos que estaban atacando Trípoli con la idea liberar a Libia de las manos de Kadafi y diez km detrás nuestro ya estaban empezando a sacar el petróleo en camiones de Repsol. Tal cual te lo cuento, montaron una pista de aterrizaje y lo sacaban por Malouf que es una frontera con Túnez.

Decía usted que no siempre se siente bien en España€

Realmente a veces me cuesta estar aquí, porque hay cosas que pasan con los medios de comunicación que me sorprenden y asumir que todo lo que está pasando es normal me cuesta mucho. Sinceramente con todo lo que ha pasado en España con la crisis económica, en la que se han gastado 30.000 millones en rescatar a la banca, a mí me extraña que no se haya quemado ningún contenedor. Aun cuando no siempre es necesario el fuego, si no al menos salir y protestar. Espero que la policía no esté leyendo porque últimamente... Un gobierno se cambia saliendo todos a la calle... que la gente se lo crea y no tenga miedo. Digo que sucede no solo con el tema político catalán sino también con el tema de los refugiados.

Alemania tiene un gobierno muy de derechas, también conservador, y sin embargo, está dando un ejemplo absoluto con el tema de cómo tratar a los refugiados; lo hacen con políticas muy duras, pero también muy potentes, defendiendo a quienes realmente lo necesitan. Aquí, por ejemplo, cuando nos toca ir a Melilla para un tema de investigación vemos que en vez de tirarle a la gente un flotador cuando se estaba ahogando, le disparaban. A mí con esto se me cae la cara de vergüenza, pero bueno, es lo que hay y mientras queramos es lo que seguirá sucediendo.

¿Considera entonces que es necesario romper con el deber si este es una forma de violencia?

Sí sin duda; hay personas que tenemos ese deber; que nos toca no bajar la cabeza e ir luchando, quejándonos no solo los periodistas sino también deben hacerlo los miembros del mundo de la cultura, porque es necesario estar en contra de lo que está pasando y están pasando cosas muy graves.

Usted decía que para cambiar el mundo solo hay que querer cambiarlo. ¿Será que las personas no están preparadas para darse cuenta de que son vulneradas?

La gente tiene mucho miedo. Tienen miedo a la inestabilidad y a nivel profesional. Trabajan con salarios muy pequeños, contratos mediocres y recursos muy pobres y la gente siente miedo de perder ese poquito que tiene. Eso hace que el Gobierno, el poder, pueda controlar mucho más a la gente, a quienes tienen miedo. Que la gente no pueda hacer un tuit, cantar una canción o salir a la calle a manifestarse es lo que hace que gane el poder, el Estado.

¿Ganar un premio es un freno para su actividad como fotógrafo o es un incentivo?

Te hace tener más acceso a otras fórmulas y te obliga a pensar mejor cómo hacerlo. Los premios siempre ayudan muchísimo y son una gran inyección de energía.