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Azorín, feminista

El alicantino José Martínez Ruiz ya defendía a finales del siglo XIX la libertad sexual de la mujer, el divorcio, la emancipación y una educación igualitaria

Detalle del retrato de Azorín del ilicitano Joan Castejón. información

En una sociedad machista y retrógrada a finales del XIX, donde la mujer quedaba desplazada exclusivamente a las tareas del hogar, el alicantino José Martínez Ruiz defendía en su primer periodismo en Madrid, Alicante y Valencia la libertad sexual de la mujer, el divorcio, la emancipación y una educación igualitaria.

Esta es una de las facetas más desconocidas del escritor de Monóvar, y de la que son testimonio los numerosos artículos que publicó en los rotativos puntales de su época, cuando su militancia anarquista, sumada a su ambición y juventud, le hicieron enfrentarse a los fantasmas de la religión, la clase política e incluso a sus propios compañeros entre duelos a muerte que, por suerte, no llegaron a producirse. Es, en resumidas cuentas, un Azorín que va más allá de los clichés asentados y populares, los del autor del paisaje, los clásicos y los pueblos.

«Yo voto por el amor libre y espontáneo; por la independencia de la mujer, igual al hombre en educación y en derecho; por el placer de las pasiones sinceras; por el goce pleno de la Naturaleza, maestro de la vida?», escribe José Martínez Ruiz el 23 de enero de 1897 en El País, de Alejandro Lerroux, en unas declaraciones que aprisionan su firme compromiso con las mujeres, introduciendo entonces el concepto de «feminismo» en los debates intelectuales y, por descontado, la prensa.

Además, sobre estas mismas líneas, el periodista alicantino reivindicaba la necesidad de la emancipación en la mujer, lo que solo podría lograrse con una independencia real y económica. Por ello, aboga Azorín por una educación igualitaria para hombres y mujeres, ya que la separación de sexos en las escuelas rompía con estas mismas oportunidades, porque ellos adquirían preparación académica y profesional, y ellas lecciones para las labores domésticas.

Es más, Martínez Ruiz rechaza los matrimonios indeseados, y reclama el amor libre entre hombre y mujer, sin ataduras ni convencionalismos que valgan (lo hace en El Mercantil Valenciano, el 16 de febrero de 1894), porque el hombre y la mujer deben amar una y varias veces, libres de «los prejuicios del sexo». Así lo refleja también en su conocido artículo «Una mujer. Fantasía», del 5 de diciembre de 1896 en El País, toda una revolución en su tiempo, puesto que se trata de un relato en el que la mujer (y no el hombre) le es infiel a su pareja.

José Martínez Ruiz, en su rol feminista, sirve de altavoz a estas mismas causas difundiendo y apoyando a la activista Belén Sárraga con su «Crónica» en El País del 14 de febrero de 1897.

«Yo también, como usted, señora, deseo la independencia de la mujer; yo también, partidario entusiasta de las ideas que en Francia propagan con tanto tesón, y en libros recientes, Jules Bois y Leopold Lacour, ansío que acabe la esclavitud de quien debe ser igual al hombre», anota.

De este modo, en los albores de la Guerra de Cuba y el Desastre con la pérdidas de las colonias de ultramar, José Martínez Ruiz vuelve a las andadas en «Noche de bodas», que ve la luz en La Federación, de Alicante. Un pequeño cuento o relato breve (el alicantino se hacía servir de los mecanismos de la literatura para volcarlos en el periodismo, estrechando los márgenes de estos), en el que aporta su opinión sin ambages:

«No necesita la mujer el voto electoral; no necesita ser médico, abogado, funcionario del Estado. La emancipación no está ahí; la emancipación de la mujer no está en concederla los derechos políticos del hombre; está en librarla de la esclavitud doméstica», reflexiona.

En similares términos se expresa Azorín en «Feminismo», del 10 de febrero de 1898 en El Progreso (el nuevo tabloide fundado por Lerroux tras ser despedido de El País por sus conflictos con la gerencia), en el que aduce que «hay que emancipar a la mujer; es preciso luchar por que sea igual al hombre en derechos, en goces, en trabajos, en independencia?».

El 23 de diciembre de 1900, en Progreso (el diario que pone en marcha nuevamente Lerroux tras sus editoriales incendiarios contra el Gobierno que provocan la censura y su cierre del anterior), José Martínez Ruiz ahonda una vez más en la figura de Belén Sárraga, ensalzando su espíritu libre de pensamiento, que alimenta e inspirará a generaciones enteras:

«Dadnos mil Belén Sárraga y la emancipación de las conciencias será un hecho completo cuando crezca la generación que ahora se educa», afirma.

Los registros del feminismo en Azorín son múltiples. Y son, sobre todo, plenamente simbólicos en el compromiso del alicantino José Martínez Ruiz a finales del XIX por y para los derechos de la mujer.

En cualquier caso, cabe recordar que posteriormente, en 1904, Carmen de Burgos realizó en el Diario Universal una de las primeras encuestas sobre el divorcio, que tuvo resonancia nacional y al que contestaron desde políticos hasta importantes intelectuales como Unamuno y Azorín respaldándola. Aquellos argumentos esgrimidos, que De Burgos recopiló en El divorcio en España, suscitaron una polémica que se prolongó con mayor o menor intensidad hasta 1931, cuando la República introdujo la Ley del Divorcio.

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