Apenas pudo lucirse Manzanares ante su primero, tan sólo en el saludo a la verónica que resultó de preciosa factura, pero sin opciones de lucimiento en la faena de muleta por lo que fue ovacionado al término de la misma.

El quinto de la tarde fue un toro mansurrón, soso y deslucido aunque manejable. Incluso trató de saltar la barrera en un par de ocasiones, lo que nada bueno hacía presagiar, imposibilitando el toreo de capa. Por eso, Manzanares comenzó la faena doblándose con él para torearlo al natural seguidamente, resultando ser estos sus mejores momentos. Intentó sacar agua del seco pozo que fue la res de Domingo Hernández y su esfuerzo hubiese resultado estéril de no haber cobrado una estocada desprendida que le valió el reconocimiento del público castellonense en forma de oreja.

El Juli cortó tres orejas en medio del clamor popular y Talavante se fue de vacío.