Luis Castellanos tiene 62 años y 3 hijos. Recalca, durante la entrevista, que ha nacido de nuevo. Le apasionan las narrativas interiores, cocinar e investigar a los seres humanos. Sobre esto último es donde inverte más energía y economía. Así nació El Jardín de Junio, laboratorio de conocimiento que comparte junto a neurocientíficos. Así ha surgido, su última obra, «Educar en lenguaje positivo».

Contar con Leonor Watling y Berto Romero en las presentaciones del libro en Madrid y en Barcelona es un espaldarazo.

Sí, gracias a la maravillosa ilustradora Noemí Villamuza.

Sostiene el sacerdote Pablo D´Ors que «lo que mata a las personas es la rutina, lo que las salva es la creatividad».

Se puede ver el lado favorable de la rutina. Picasso siempre decía, «cuando llegue la inspiración que me pille trabajando». Y Canetti, Premio Nobel de Literatura (1981), se entendía mejor en los saltos cualitativos mentales. Son formas. Habrá quien rinda mucho madrugando o el que lo haga de madrugada.

Y saber qué es lo mejor para cada uno es un desafío.

En Deporte hemos trabajado mucho averiguando cuáles son las palabras que le funcionan a cada uno. A Rafa Nadal le resulta «vamos» y a otros no. En concreto, a Chacho Rodríguez le potencia la palabra «barba».

¿Y a nivel grupal?

Trabajar para ver cómo damos el salto a la colectividad para transmitir amabilidad, generosidad, compasión.

¿Cómo se da ese salto?

Creo que el lenguaje es una de las grandes herramientas. Las palabras son un sistema de vida. Yo puede saber de alguien qué es lo que está diciendo, si sus palabras están vacías, ocupadas.

¿Qué entiende por habitada?

Auténtica, limpia, respetada. Si quieres ser bondadoso habita la palabra y sé bondadoso. Si quieres ser alegre, igual. Practica, practica y practica aquello que dices. Hay un vídeo muy simpático que se ha hecho viral que plantea «¿Qué practicas en tu vida?». Si es la queja, te convertirás muy bueno en eso.

¿Dónde se aprende?

En el vientre de tu madre ya estás palpando el mundo.

Entonces, ¿hay que volver hacia atrás para regenerarse?

Es una manera. Pero estás restando tiempo. Quizá sea más práctico estar en el presente y proyectarse hacia delante. En el IES Profesor Julio Pérez de Madrid lo hemos aplicado así con padres, maestros y alumnos. No centrarnos en el recuerdo. Nosotros vivimos hacia adelante. «Mañana me tengo que relacionar con mi padre que me ha chillado, con el chaval que me ha hecho bullying».

«¿Una imagen vale más que mil palabras?», le preguntaron en Radio 3.

Es imposible. Cuando vamos a un bosque, sabemos que hay abetos, sauces comunes... Las imágenes sacan todas las palabras que tenemos para identificarlas. Reconocer lo que es bello de lo que no, es por el lenguaje.

¿La conversación consciente es la mejor solución?

Una de las mejores. Trabajo las historias de las personas y éstas son narraciones, fundamentalmente. Kahneman, al que le dieron el Nobel de Economía siendo psicólogo, dijo que lo que más queremos tener es una buena historia de vida con un protagonista digno.

¿Cómo la construimos?

¿Cómo me relaciono con esas personas que, en un momento dado, no he sabido relacionarme? No he sabido ver que palabra ha ido por delante mía y me ha impedido ver. Hay fuerzas destructivas en el lenguaje que hay que sacar a la luz. Hay niños que, por su lenguaje oral, escrito y gestual ves, claramente, que van a agredir a otros. Si un niño dice «no puedo» la hemos liado.

¿Qué hacer?

Da igual que domine el sujeto, verbo y predicado, que sea García Márquez, que si entra en una depresión fuerte puede apetecerle abrir la ventana y saltar.

Necesitamos referencias de buena conducta.

Y nosotros, al llegar a casa, ser conscientes de qué nos decimos. ¿Cuál es nuestro diálogo interno? Lo importante está ahí.

Para ser buen protagonista.

Quererte para querer a los demás. No ser egoísta.

A veces, explicarse con unas determinadas palabras lleva a no conectar. ¿El universo de la palabras particular dificulta entenderse con el otro?

Para que no haya distancia, se puede preguntar «¿qué no entiendes?». Y coméntalo de otra manera. Así se profundiza. Porque es igual al hablar de las emociones. Diciendo que somos alegres, tristes, nerviosos nos vamos a quedar en la superficie. Sin embargo, si compartimos con alguien que nos gusta una serie puede generar interés y que se compartan emociones, poco a poco. Si nos quedamos en lo genérico, no hay nada.

¿Sensación parecida a la que dejan los políticos en este país?

El político maneja muchas palabras sucias para ocultar la realidad. También ocurre cuando alguien me ha dicho: «Yo me quiero separar porque vamos a ser mejores». Y yo le respondo: «Entonces, si vas a ser mejor no me interesa. Otra cosa es que quieras ser mejor ahora con lo que tienes. Cuando haces una futura promesa no huele bien».

Pongamos que habla de Escocia.

Le preguntaría dime tus razones, cuál es tu lenguaje. Y ves que no hay palabras de amor, de fraternidad, de solidaridad. Coges su muro de palabras y no ves ninguna referente a lo que nosotros entendemos por vida.

Y a nosotros también nos cuesta ser congruentes y quejarnos menos.

Es que somos observadores de nosotros mismos a lo largo de la historia. Por eso repetimos conductas que nos han llevado a catástrofes en otros tiempos. Estamos entrampados.

De ahí la propuesta de lenguaje positivo.

A veces, soy prudente porque cuando hablas de ello, hay quien piensa que significa ser positivo, fantástico, maravilloso... Es ver la realidad desde un lado favorable y cómo puedes construir con paciencia y serenidad, sabiendo que cuentas con un tiempo de vida, un mundo más amable, bondadoso y sabio.

...

Porque, en el fondo, es lo que necesitamos. Saber que alguien cercano lo está pasando mal y decirle en qué te puedo ayudar.

¿Qué nos queda?

El presente. Aquí y ahora. Tratar de acelerar nuestro conocimiento para darnos cuenta de que la intervención puede favorecer a generaciones futuras. Busquemos el camino.

¿A usted qué le apetece?

Cuando me junto con mis hijos darme cuenta que lo que más me une es el tiempo.

Poner freno a la dispersión.

Y a lo que prestamos atención es lo que nos define.