En la década de los 70, el porcentaje de personas que acudían a una obra de ópera era del 5%. Casi 50 años después, el porcentaje continúa siendo el mismo. Ante las nuevas facilidades para acceder al teatro, ¿qué falla? La Universitat de València, junto con la Conselleria de Cultura idearon el primer cuestionario de 150 preguntas entre 2.000 habitantes de la Comunitat Valenciana para conocer cuáles son los hábitos y la participación cultural de los valencianos y abordar, así, un posible «fallo» en la estrategia de las políticas culturales actuales.

Estos resultados fueron presentados y analizados ayer en el Centre Cultural La Nau de València por el vicerrector de Cultura de la Universitat de València (UV), Antonio Ariño, y la directora general de Cultura de la Generalitat, Carmen Amoraga. El reflejo de estos datos demuestra una reducción del gasto cultural en más de la mitad de los valencianos tras la crisis económica y, por consiguiente, el asedio de la lectura tradicional por la realizada en Internet.

«Un espacio democrático, abierto y flexible», explicaba Ariño. Y es que, según el vicerrector, las políticas culturales tradicionales siempre han ido dirigidas a la clase media, «quienes tienen posibilidad de protesta», explica. Para él, la cultura «es el bien peor repartido del Estado del Bienestar». Un bien que excluye a gran parte de la sociedad, la misma que discrimina al «inculto». «¿Pero qué es la incultura cuando casi la mitad de los valencianos (47,2%) dice no acudir a un centro cultural 'por falta de tiempo' y más de la mitad no acude al cine 'por su alto coste'?». Es más, el 44,6 % de los mismos encuestados perciben en su entorno desigualdades culturales.

Ariño quiso estudiar el origen de esta distinción a raíz de los resultados y creyó competente analizar el porcentaje de abandono escolar en España: «Un 20%, unas cifras por encima de la media europea. Aquellos que fracasan en la escuela, muy probablemente no lleguen a interesarse por la cultura en su futuro adulto».

Asimismo, Ariño señaló la legitimidad social dada a ciertas actividades culturales como una de las causas que provocan el desligamiento de los valencianos a la cultura. Según la encuesta, el 83% de los ciudadanos considera que la cultura debe estar ligada al conocimiento y la ciencia. Solamente el 11% cree que esta también tiene que ver con el ocio.

Acudir a un concierto de música clásica se considera una actividad cultural, mientras que si se trata de música actual, los valencianos lo categorizan como ocio. La ópera, por su parte, la consideran una actividad «cara, formal, aburrida y para gente mayor», mientras que en el cine ven una actividad para cualquier edad aunque, como en la ópera, no para todos los bolsillos. Así, Ariño argumentó que los datos presentados reflejaban que los valencianos no advierten en la cultura una actividad divertida y realizable en su tiempo libre, sino más bien la consideran como algo costoso. El vicerrector reconoció que, posiblemente, esta conducta tenga que ver con las experiencias de la infancia.

«A ningún niño le obligaron a ir al cine, pero sí lo hicieron con el teatro, el ballet o la lectura. Ese niño, cuando crezca, abandonará la lectura». Y es que la obligatoriedad crea rechazo. Así, Ariño concluía: «Hay que atender a estos resultados y diseñar nuevas políticas centradas en la infancia, así como utilizar la revolución digital como arma para realizar políticas democráticas y distributivas. Si no cambiamos las condiciones socioeconómicas, seguirá imperando la desigualdad cultural».