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El «boom» de Daniel Hernández Chambers

El alicantino, galardonado con el Premio Alandar de Literatura Juvenil (2017) y el Ala Delta de Infantil (2016), publica Archipiélago de cuervos, El tesoro del capitán Ojo Lechuza y La biblioteca mágica del Profesor Marloc

El escritor alicantino Daniel Hernández Chambers, especializado en literatura infantil y juvenil. información

El «boom» literario de Daniel Hernández Chambers es la publicación en los últimos meses de Archipiélago de cuervos, El tesoro del capitán Ojo Lechuza y La biblioteca mágica del Profesor Marloc, a lo que cabe sumar lo que está ultimando y lo próximo que está por venir en este 2018. El escritor alicantino (nacido en Tenerife, pero afincado en Alicante media vida) pasa por un momento dulce en el difícil camino de la literatura tras obtener dos de los más prestigiosos galardones como el Premio Alandar de Literatura Juvenil (2017, con Miralejos) y el Ala Delta de Infantil (2016, con El secreto de Enola), aunque eso tampoco da, según reconoce, para vivir plenamente del oficio de escritor.

«Sí, hubo un tiempo en el que los escritores de relativo éxito les metían en plantilla las editoriales, pero eso ya no ocurre. Habrá algún caso todavía, pero ha cambiado bastante. Ha bajado todo, porque hubo un auge en los años 80 que hoy en día no es así. De hecho, muchos autores de literatura de adultos se meten ahora en literatura juvenil e infantil, porque este tipo de literatura tiene una trayectoria más larga en el tiempo que la de adultos debido a, por ejemplo, el circuito escolar y de charlas. Se ha producido la verdad un batacazo muy grande, y hay autores que han pasado de vender 100.000 ejemplares a 30.000 (que sigue estando bien, pero es una bajada importante). Eso se nota, y los autores de infantil y juvenil, con el circuito escolar, tenemos un colchón importante, que también es interesante porque tenemos un contacto directo con el público lector», reflexiona.

Hernández Chambers trabaja en el TRAM, es padre de dos hijos, y admite que el ejercicio de la escritura lo practica casi en cualquier lado y casi en cualquier momento. Por eso, puede hacerlo mientras sus pequeños ven Bob Esponja, mientras cocina o bien en los tiempos muertos de la vida corriente. Tampoco emplea un método (hay escritores que se encierran de noche a escribir, otros buscan la inspiración con música de fondo, y hay hasta quien prefiere la cama para darle al teclado y tejer una historia). Pero Daniel Hernández Chambers, según confiesa, lo hace en cualquier circunstancia.

«Puedo escribir en el tren, en el avión... Antes, cuando compramos la casa donde vivo con mi familia, tenía un cuarto, pero ahora mis hijos me han sacado de ahí y escribo en la cocina... Lo cierto es que una vez te 'metes ahí', te multiplicas por mil, porque estoy viendo y estoy en la historia que estoy creando», afirma Hernández Chambers, quien admite que pese a estar atravesando un plácido momento literario no indica que, por otro lado, pueda dedicarse exclusivamente a ello. «Pero no solamente yo, porque hasta los más conocidos tienen un trabajo a parte. Lo cierto que, en este ámbito de la literatura infantil y juvenil, tenemos otros recursos como dar charlas en los colegios y aulas, y ahí tienes un apoyo».

Chambers, formado en Filología inglesa, cuenta que la inspiración es un proceso complejo, puesto que «puede surgir en el momento más insospechado», y agrega: «puedo escribir a partir de historias que me cuentan mis hijos, sobre algo que han visto en el colegio o una fantasía que ellos tienen, pero por ejemplo, El secreto de Nola, sale de una noticia que leí en el periódico o puede ser sobre la escena de una película... Lo cierto es que todos los seres humanos tenemos nuestra imaginación, pero cuando vamos creciendo, al centrarnos en el día a día, en pagar la hipoteca y demás, es otra cosa, pero yo sigo cultivando esa imaginación».

Por su parte, ante las adversidades de cómo hacer frente a los videojuegos y redes sociales con la cultura de la literatura, sobre todo para incrementar los pobres índices de lectura en España, Hernández Chambers señala que no se trata de «combatir el videojuego» sino de «encontrar un hueco para ambas cosas». «El videojuego es mucho más rápido que el libro, digamos que la diversión es más instantánea, por lo que no se trata de mezclar, sino de combinar ambas opciones, porque el videojuego ha venido para quedarse y, además, muchos videojuegos han tenido una historia literaria de trasfondo», indica.

En este sentido, para el alicantino, se están produciendo alarmantes fallos en los programas de fomento de lectura, y demanda acciones culturales para que los jóvenes lectores sean los protagonistas y se les pueda involucrar de algún modo. «Si leyéramos, todos estos problemas de los nacionalismos que estamos viviendo hoy desaparecerían», plantea.

Chambers no se plantea de momento el salto a la novela adulta, ni proyecta en su mente un lector-objetivo juvenil o infantil cuando construye la trama narrativa de sus obras. «Yo intento no pensar en ellos, porque no puedo escribir ninguna historia que no me guste. Porque principalmente me tiene que gustar a mí, es algo a lo que le vas a dedicar muchos meses, y si estoy en esto es porque tengo que buscar historias que me apasionen. Si no disfruto yo no lo haré realmente bien», apunta el escritor alicantino, muy crítico consigo mismo. «La literatura juvenil es una etiqueta, y las diferencias son mínimas. Aunque ponga que es para 14 años, lo puede leer todo el mundo», concluye.

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