Muchos hijos, un mono y un castillo es el debut en la dirección del actor Gustavo Salmerón, hijo de una familia numerosa, que ha dedicado 14 años de su vida a grabar momentos íntimos de los suyos, siempre desde el eje que es su madre, un portento de naturalidad que «hipnotiza» al público.

Así lo afirma Salmerón, que asegura que, a través de la cámara, ha redescubierto «a una nueva madre», gracias «a su capacidad para contar, para transmitir y para hacer comedia». El cine, dice Salmerón, busca cada vez más la naturalidad, «impresionan, cada vez más, las cosas que tienen verdad, por eso nos gustan tanto las interpretaciones de Meryl Streep o Seymour Hoffman, y creo que, salvando las distancias mi madre tiene esa capacidad para hipnotizar al espectador».

Para Julita el secreto es tan sencillo como «haber sido feliz. Todos éramos felices, cada uno decía lo que quería y se expresaba como sentía». La protagonista de este excéntrico biopic cuenta las interioridades de una familia que, reconoce la matriarca, «muy muy normal no es».

«Marcábamos la diferencia con respecto a otras familias por la gran libertad que nos dieron al crecer en los 80, que había más libertad que ahora, y eso se ve, somos una piña», explica Salmerón cuyo padre, Antonio, y sus cinco hermanos colaboran