"No hay que rehacer el mundo partiendo de cero, sino leerlo, entenderlo, interpretarlo de otro modo, gracias al legado inagotable de aquellos que nos precedieron", Balthus

Esta frase del pintor Balthus nos introduce en la exposición "Fernando Cabrera 150 años"; una exhibición que tiene como objetivo poner en valor el legado del pintor y que se ha construido cuidadosamente, a través de la investigación y selección de una muestra de pinturas que pudiera alcanzar todas las etapas, tanto formales como estilísticas, de este ilustre hijo adoptivo de Alicante y de Alcoy y predilecto de la provincia.

Como comisario de la misma, no voy a valorar el trabajo realizado pero sí que me gustaría enunciar la metodología que se ha llevado a cabo para conseguir esta exposición y también sopesar la significación del maestro Cabrera en el arte y su influencia social.

Han sido 30 los coleccionistas que han prestado un total de 70 obras, donde predomina el óleo sobre lienzo. El criterio de selección que hemos aplicado ha sido lo de ofrecer a todos los que la visitan, una panorámica de Fernando Cabrera que alcanza su trayectoria estilística desde que empezó, con 14 años, sus estudios en Santo Carlos de Valencia y finalizando con su establecimiento definitivo en su ciudad como profesor, pintor y relevante figura social de cuánto acontecía en Alcoy.

Si nos detenemos en sus etapas como pintor, hemos conseguido traer obras inéditas, como "Clase de Música" que nos ilustran sobre sus primeros trabajos a partir de 1880, desde que la ayuda moral y económica prestada por su benefactor y futuro padre político, Agustín Gisbert Vidal propicia su etapa de formación en Santo Carlos de Valencia, en la Academia de pintura de Alcoy y Alicante de Lorenzo Casanova y por fin, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.

La segunda etapa que hemos documentado con obras, abarca su formación a Roma durante los años 1892 y 1894, becado por la Diputación de Alicante. Para finalizar, la tercera etapa comprende su estancia y magisterio en Alcoy que empieza en 1895 a su regreso de la aventura romana y finaliza con su muerte en 1937.

Fernando Cabrera Cantó vuelve de Italia conocedor de todas las técnicas con las que se propone pintar, su dibujo es seguro, rotundo; alarga su pincelada con soltura luminista , o bien la difumina como buen conocedor de las técnicas del "sfumato" italiano, combinando frecuentemente ambas y creando auténticas obras maestras.

El pintor, que empezó con el realismo de influencia romántica tardía, supo evolucionar con mano firme y sin prejuicios hacia una maestría que sólo se consigue cuando se reúne la suficiente formación con la deseada libertad creativa.

En 1894 concurre a la gran Exposición de Bellas Artes que tiene lugar en el Teatro Principal de Alicante, obteniendo la Medalla de oro con su obra "La Muerte de un Santo". Sus obras a partir de 1900 atestiguan cómo Cabrera resuelve con seguridad la composición y dota a su paleta de tonalidades cada vez más claras, lumínicas, como su amigo y condiscípulo Sorolla , "Labrador valenciano" o "La Calera", datada en 1902 así lo atestiguan.

Volviendo a la Exposición, hemos procurado seguir un orden cronológico en el cual el espectador consiga distinguir las tres etapas enunciadas.

Cabrera Cantó ,en cada una de ellas, va superponiendo sus conocimientos a las anteriores y a partir de 1906 cuando consigue la Medalla de Oro en la Nacional de Bellas Artes de Madrid, con "Al Abismo! ", se siente con total libertad y, ya sin titubeos formales ni estrecheces materiales, para pintar como desea y aquello que desea, bien al aire libre bien en su estudio modernista de la "Casa del Pavo" donde reunirá, en famosas tertulias, a lo más granado de la sociedad alcoyana y recibirá a ilustres visitantes, políticos artistas escritores, periodistas músicos etc. como Canalejas, Rubinstein, Salvador Rueda, Martínez Sierra, Malatos, Turina, Polavieja, Echagüe.

Cabrera vivirá su última etapa vital entre Alcoy y su finca La Menora, rodeado de sus obras a las que consideraba como testigos mudos de las diferentes épocas de su vida y defenderá su posesión como parte de una experiencia vital imposible de ser transmitida y que sólo él pudiera comprender.

El artista reconocía en su madurez que no pretendía abrirse mercado, que pintaba para sí mismo, que no podía vivir sin sus obras que eran la expansión de su espíritu y que su mismo espíritu reclamaba los pinceles. En su última época no pintaba demasiado, se encontraba enfermo, débil, se recluyó en La Menora, la imponente finca cercana en Bañeres, donde pasaba largas temporadas y la pintura fue su consuelo. Es la época de los paisajes pintados a "plein air" donde describía con maestría los estados atmosféricos de la sierra de Mariola con una pincelada tan firme como luminosa.

Sea esta Exposición antológica en los 150 años del nacimiento de "Don Fernando", un reconocimiento al artista y a toda una época que, con sus dificultades, fue esplendorosa en las artes, las ciencias, el comercio y la industria para las ciudades de Alicante y Alcoy.