Lo que en julio era inaceptable, ayer fue aprobado. El Banco Sabadell dio su visto bueno a las cuentas del Teatro Principal, déficit incluido, sin exigir el plan de viabilidad que se anunció en la fallida reunión de hace tres meses. ¿Qué ha cambiado en el teatro desde entonces? Nada. Los musicales a los que ahora se fía el beneficio futuro ya estaban programados entonces. ¿Y fuera del teatro? Pues que desde el 5 de octubre la sede social del banco está en la avenida de Óscar Esplá, en el corazón de Alicante, a donde ha llegado huyendo del desastre catalán. Desde esta páginas no nos hemos cansado de reclamar un mayor compromiso de la entidad financiera con la cultura de una provincia de la que obtiene una parte importante de su negocio: más retorno social. Lo de ayer es un gesto importante y refuerza el entendimiento entre sus propietarios, pero en Alicante se sigue echando en falta a un tercer actor: la Generalitat. Ahora, con los Presupuestos de 2018 al inicio de su trámite parlamentario, tiene la oportunidad de convertir en hechos sus reiteradas declaraciones de amor a la cultura alicantina, de demostrar que se puede querer igual a sus tres hijos provinciales, que hay centros culturales a los que apoyar más allá de los de València y Castellón. Y, como el teatro, los museos también están faltos de algo más que cariño.
