Julio de 1937. Ayuntamiento de Valencia. II Congreso de Intelectuales para la Defensa de la Cultura. Lo recoge en una grabación el gobierno soviético y lo utiliza para la realización de un documental sobre la lucha por las libertades y la guerra española. Ese fragmento de apenas unos minutos aparece junto a muchas imágenes más: soldados soviéticos desfilando, acciones bélicas... Y a mitad del reportaje aparecen estás imágenes del Ayuntamiento de Valencia. Habla Negrín, entonces presidente del Gobierno de la II República; después interviene otro ponente. La cámara hace un barrido por los asientos de los asistentes y allí, en una esquina, sentado con la cabeza apoyada sobre la mano, aparece Miguel Hernández.

Son apenas unos segundos en los que el poeta oriolano se ve en cámara. Pero son segundos que hacen historia. Por el momento que recogen y porque es el primer testimonio que se tiene de Miguel Hernández en movimiento.

El «descubridor» de este documento ha sido Francisco Escudero, tras muchas horas de visionado de películas en la Filmoteca Española. Y Jesucristo Riquelme lo recoge así en Obra completa de Miguel Hernández (Edaf), una revisión y ampliación de la editada por Espasa Calpe en 2010, que se presenta hoy en el Instituto Cervantes de Madrid.

«Es una cosa muy leve -apunta Escudero, coordinador de los Museos de Elche y muy ligado al legado del poeta-, pero es la primera vez que le vemos en una película, aunque sea de forma muy fugaz». Cuando se sumergió en los fondos de la Filmoteca Española buscaba algo del Congreso de Intelectuales para la Defensa de la Cultura de Valencia. «Me tiré mucho tiempo visionando vídeos y me salió por casualidad, porque en mitad del reportaje, que aparece rodado en ruso con subtítulos, reconocí el Ayuntamiento de Valencia y pensé que podía ser ese congreso. Así fue. Cuando hace el barrido vi a Miguel Hernández en una esquina, con la mano apoyada en la cara».

De la presencia del poeta oriolano en ese congreso existía ya una fotografía saliendo a la calle desde el Ayuntamiento de Valencia y una del interior, «pero también se le ve poco, como ocurre en el vídeo».

En este sentido, Jesucristo Riquelme asegura que esa imagen del interior, similar a la del vídeo, no se puede publicar «porque no tenemos el permiso», por lo que en su libro ha incluido un pantallazo del documental. «Sabíamos que los rusos habían grabado todo, lo raro es que se hubiera perdido. Estuve en Rusia tres veces pero fue imposible encontrarlo; allí es muy difícil investigar».

Riquelme afirma que «nosotros magnificamos la figura de Miguel porque se lo merece, pero en aquella época, y tenemos que ser objetivos, aún no era un escritor de relieve; en las fotos que acompaña a Aleixandre y Neruda, él está atrás en un lateral, no tenía entonces el mismo reconocimiento que ahora, eso le llega luego, sobre todo tras publicar en octubre del 37 Vientos del pueblo».

El volumen Obra completa recoge una treintena de documentos novedosos, aunque el autor ha dejado fuera el epistolario por ser muy extenso. Entre ellos, dos textos en prosa «que no estaban incluidos en las anteriores obras completas». Un discurso para la inauguración de la biblioteca para soldados republicanos que se abrió en Madrid en 1937 y otro, el brindis que hizo en el penal de Ocaña cuando le dan la bienvenida, que «nos da la talla de un Miguel Hernández que sigue siendo emblemático y un paradigma de comportamiento».

Y sobre todo, la publicación corrige y completa muchos poemas con versos y estrofas o excluidas o mal transcritas. «He hecho como mínimo unas 3.000 modificaciones, lo que nos da que por primera vez tenemos a un poeta que se presenta limpio, sin errores». También recupera los cuatro cuentos ilustrados para su hijo Manolillo. «Dos son prácticamente desconocidos», asegura. «No hacemos un Miguel Hernández nuevo ni mucho menos, pero sí distinto».