«Siempre cambia la idea que tienes antes de rodar y hay que adaptarse a la isla, pero Tabarca es el 90% de la película y vamos a ver una isla muy mágica», apunta el cineasta alicantino Adán Aliaga, que estos días se encuentra inmerso en el rodaje de su nueva película, Fishbone Fishbone(Espinas) en la isla alicantina. Él y otras 35 personas de equipo fijo, además de otros colaboradores que van y vienen, se hallan en la segunda semana de filmación, de las tres programadas, de esta historia que narra el encuentro con los orígenes de una joven chef en Nueva York que regresa a Tabarca tras la muerte de su padre.

Con un elenco encabezado por los intérpretes alicantinos Saida Benzal y Alejandro Tous, junto a Manuel de Blas, Morgan Blasco o Isa Feliu, muchos de los figurantes proceden de la isla y de Santa Pola, además de otras personas que colaboran en esta película, que produce Jaibo Films con Kinatro, La Dalia Films y la AIE valenciana Fishbone Movie con un presupuesto estimado en 1,5 millones de euros.

Tabarca es en la película el contrapunto de otra isla, Manhattan, en la que se rodó la primera parte de la historia «y el contraste entre ambas islas -con el cielo gris de la «megaciudad» de los rascacielos y el paisaje luminoso y despejado de la pequeña Tabarca- se va a notar», señala Aliaga, que pese a encontrarse en el ecuador de la historia coescrita con Laura Calavia afirma que ya «ve» la película: «Creo que va a quedar muy bonita. Va a ser un peliculón», avanza contento de la marcha del rodaje.

Un rodaje que cuenta con el también cineasta David Valero como director de la segunda unidad y que ofrece planos aéreos o bajo el agua rodados con distintos tipos de cámaras -drones, subacuáticas o super slow motion- bajo la dirección de fotografía de Pere Pueyo. Eso sí, siempre lejos de parecer un anuncio de cerveza y con la isla como excusa para hablar de «la fuerza de las raíces y el poder del arraigo en esa relación especial con la tierra», mantiene el director de San Vicente del Raspeig.

Desde las calas al cementerio, la iglesia, la torre o el fondo de la reserva marina aparecen como localizaciones en esta isla que, «aunque es pequeña, tiene muchos rincones por descubrir». Un escenario que tiene dos momentos mágicos, «el amanecer y el atardecer» pero que no siempre resulta cómodo para un rodaje cinematográfico.

El director de producción, Miguel Molina, apunta que «la logística es lo más complicado al trabajar en una isla porque traer cualquier cosa es una locura» pero las carencias se suplen con el apoyo de los tabarquinos, «que se vuelcan con nosotros y nos dejan lo que necesitamos. Son nuestro Ikea cuando nos hace falta un mueble o cualquier cosa».

Molina, socio de Aliaga en Jaibo Films, asegura que Tabarca es un «plató espectacular» que ha dejado asombrada a la parte no alicantina del equipo, que el primer día creía llegar «al paraíso», en el que ya se han comido unos cuantos calderos.

Además de la naturaleza, la gastronomía también tiene un papel importante en Fishbone que ha contado con la colaboración de la chef Susi Díaz en el diseño de los platos, en cuyo restaurante de Elche se detuvo el equipo un día a filmar.

La cinta se rueda en su versión original en castellano, valenciano e inglés y Aliaga indica que esta es su obra con mayor vocación comercial pero sin perder el sello de autor. Es la séptima película del cineasta, que debutó en 2006 con La casa de mi abuela, a la que siguieron Estigmas, Esquivar y Pegar, La mujer del Eternauta, Kanimmbo y El arca de Noé, además de los recientes cortos The Walker y The Fourth Kingdom.