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Secretos de la civilización más poderosa

El escritor Javier Ramos, de Alicante, publica Eso no estaba en mi libro de Historia de Roma, que recoge anécdotas que configuraron la metrópolis más apasionante de todos los tiempos

Los libros compiladores de anécdotas históricas son un clásico de las librerías que suscitan nuestro interés y atención. Sobre todo por el doble objetivo que registran en su divulgación cultural y función didáctica.

Así pues, bajo estas mismas coordenadas, se mueve la obra de Javier Ramos, de Alicante, que termina de publicar Eso no estaba en mi libro de Historia de Roma (Almuzara)Eso no estaba en mi libro de Historia de Roma, con el que aprisiona y encierra todo tipo de acontecimientos y relatos que configuraron la metrópolis más apasionante de todos los tiempos. Un volumen con el que nos adentraremos en detalles sorprendentes (el primer cuerpo de bomberos se constituyó en Roma); a otros más reivindicativos (respecto a los movimientos «feministas» de la mujer romana); y, finalmente, a otros más extravagantes (como el funeral que organizó Virgilio, autor de La Eneida, a su mascota, que no era ni un perro ni un gato, sino una mosca).

«La antigua Roma siempre fascina. Es una de aquellas civilizaciones y culturas de nuestro pasado, como también pueda ser Egipto, que más huella nos ha dejado. Somos hijos de Roma, y la cultura que hoy impera en Occidente deriva de su antigua esencia más de 2.000 años después. Hablamos una lengua que es una evolución del latín que se hablaba en todo el Imperio, siguen en funcionamiento muchas calzadas, puentes y acueductos que su magnífica ingeniería levantó; nos basamos en unas leyes cuyo fundamento se gestó en Roma... Emulando a los Monty Phyton: 'pero aparte de todo eso, ¿qué más han hecho los romanos por nosotros?'», indica Javier Ramos, investigador, periodista y autor de blogs de viajes, en relación a esta obra que también encaminará al lector a los misteriosos habitantes de las cloacas de Roma o los cuervos que salvaron al Imperio.

En cualquier caso, Javier Ramos se queda principalmente con dos anécdotas: «una, la del beso romano, considerado el primer alcoholímetro de la historia debido a que el marido podía por ley (que le amparaba) exigir a su mujer que le besara en la boca para adivinar si había bebido alcohol. Las mujeres tenían prohibido la ingesta de vino porque les podía conducir al libertinaje y a cometer adulterio. Esto suponía una afrenta para el marido, que para evitar llegar a esta situación le obligaba a que acercara los labios a los suyos. Si le pillaba, podía incluso asesinarla. La otra, la segunda, es la que hace referencia al funeral digno de un emperador que Virgilio (el autor de La Eneida) le honró a su más preciada mascota, que no era otra que una mosca. ¿Y a qué se debió? A que la ley podía confiscar las tierras de los terratenientes para recompensar de sus servicios a los soldados que se licenciaban. Sin embargo, excluía aquellos terrenos que contenían tumbas porque se consideraban espacios sagrados. Así que Virglio se inventó una mascota y un entierro en sus propiedades para evitar que le expropiaran. Se gastó un dineral con plañideras y actores y logró su objetivo».

Eso no estaba en mi libro de Historia de Roma es una visión «diferente, curiosa», describe Javier Ramos, que se abre a la curiosidad del lector que también a la cultura y al entretenimiento.

«Conocer la Historia nos hace mucho mejor personas. Nos sirve para solventar y resolver la necesidad de conservar nuestras experiencias. Aparte de formarnos intelectualmente y conocer cómo hemos llegado hasta aquí, aprender lo que hemos hecho mal nos puede evitar repetir los mismos errores», concluye Javier Ramos sobre este libro documentado con fuentes bibliográficas de ayer y hoy.

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