Pedro Pascal, el príncipe Oberyn de Juego de tronos y el agente de la DEA Javier Peña en Narcos, da el salto al cine con Kingsman: El círculo de oro, donde interpreta al espía Whiskey, un «ultragringo», dice, prototipo de los Stateman, que son como «los primos» americanos de los espías británicos. Pascal explica que la idea de llevar al límite a su personaje partió del director, Mathew Vaughn, quien se «enamoró» del agente Peña; «no le importó que fuera chileno, de hecho, explotó mi parte tejana» y le «disfrazó» de «ultragringo»: sombrero vaquero, botas camperas puntiagudas y, cómo no, su arma secreta, un lazo de atar reses.

«Pero yo soy un dreamer -aclara-. Entré legalmente en EE UU con menos de dos años y no fue mi decisión ser criado allí, y sí, me siento totalmente parte de esa cultura de dreamers, es lo que viví, no tengo otra», afirma el actor que habla con Efe en Madrid donde se encuentra para promocionar el estreno de la cinta.

Sexy, vestido con un traje de chaqueta negro en contraste con camisa azul clarito sin corbata, Pascal se muestra sinceramente sorprendido del revuelo que causa en España entre las mujeres. «O son muy fáciles, o tienen muy buen gusto», bromea nada más comenzar la charla, que salpica con palabras en inglés a las que busca traducción.

«Yo no camino por la calle sintiéndome un sex symbol; ando buscándome un cafecito para despertarme», se ríe Pascal, recién convertido en la nueva imagen del perfume de hombre Solo de Loewe. Confiesa que ser actor fue siempre una fantasía, sin pensar que podría ser famoso. «Empecé muy jovencito a estudiar arte dramático como otros hacen natación, necesitaba algo que me sacara de la casa. Y me encantó el teatro, se convirtió en mi identidad. Me pudo esa historia de cientos de años. Me quedé de mesero(camarero) en Nueva York y me apuntaba a cualquier obra de televisión». Asegura que «era feliz así, actuando. Con que me diera para comer y pagar mi alquiler, viviendo de mi trabajo. La idea de fama no era tan importante, no era el 'gol'. Y de repente, la ironía me trajo al principe Oberyn Martell y mi vida cambió». Confiesa que era fan de la serie y sabía lo que le esperaba si lo hacía bien.

Y pasó. De Juego de Tronos saltó a Narcos, y su agente de la DEA Javier Peña atrapó al director Mathew Vaughn, que preparaba la segunda parte de Kingsman, y le invitó a ser el «ultragringo· de los Stateman.

Dirigida también por Mathew Vaughn, autor de la primera Kingsman: Servicio Secreto, basada en los cómics de Mark Millar y Dave Gibbons, esta segunda entrega traslada la acción a Estados Unidos una vez que los «malos» han destruido por completo la organización de los Kingsman en Europa y Asia.