La exposición Two and a half minutes to midnight que Ángel Masip presenta en el Centre del Carme de València parte de un reloj simbólico que marca nuestra aproximación al fin del mundo por cuestiones ecológicas, políticas y culturales y que obliga a repensar en la relación del paisaje con la propia condición humana.

Dos minutos y medio para la medianoche es el nombre que la exposición comparte con el Bulletin of the Atomic Scientists, un informe que desde 1947 un comité de investigadores de la Universidad de Chicago publica periódicamente y en el que se pone en funcionamiento un reloj simbólico que marca la aproximación al fin del mundo.

Esa aproximación al apocalipsis tiene que ver con la declaración en 2016 de una nueva era geológica marcada por la modificación humana de los ciclos de la naturaleza pero también por cuestiones políticas como las crisis en oriente medio o el giro político en EE UU, informó ayer el comisario Juan Luis Toboso.

«Esos acontecimientos han hecho que el reloj se aproxime a los dos minutos y medio para el colapso y a partir de ahí llegamos a la necesidad de pensar en el colapso de la humanidad, en cuál es nuestra relación con el mundo y sobre todo la relación del paisaje con la propia condición humana», detalló Toboso.

A partir de este hecho Ángel Masip presenta un museo apocalíptico (construido a partir de lo que se encontraría de nuestra civilización), da una vuelta de tuerca a la museografía tradicional y crea una instalación / artefacto de 17 metros que atraviesa los muros de la sala de exposiciones. El artista alicantino expuso que «la obra implica cuestionar las bases en las que se construye la historia, revisitar el paisaje y el contexto natural a través de una visión vinculada a la percepción histórica», además de «reformular cómo nos relacionamos con la realidad».

Masip detalló que el proyecto también pretende cuestionar el concepto de identidad y en cómo se construye la historia. «La propuesta la enlazamos con el fin del mundo, con la revisión de referentes estéticos para mostrar una reflexión sobre el presente y tal vez sobre el futuro», explicó.

Toboso matizó durante la presentación que cuando habla del fin del mundo igual habla del fin de la humanidad, haciendo referencia a la existencia de una vertiente ecológica que cree en la extinción del ser humano como única solución para salvar al planeta.

«La exposición es disfuncional intencionadamente porque tiene por objetivo romper con la lógica tradicional del circuito de las exposiciones de museo», matizó Masip.

Presentada por el director del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana, J osé Luis Pérez Pont, la muestra supone el segundo momento del ciclo Reinventar lo Posible/Accionar lo imaginable, proyecto ganador de la convocatoria pública 365 dies.