Durante la madrugada del miércoles al jueves falleció a los 93 años Francisco Esplá Vicente, novillero alicantino de mitad del siglo XX, padre de los matadores de toros Luis Francisco y Juan Antonio, y abuelo del también torero Alejandro y del novillero Santiago. El funeral se celebra hoy a las 12.30 horas en el tanatorio La Siempreviva de Alicanye.

El creador de dinastía tan torera e importante para la tauromaquia alicantina nació el 3 de septiembre de 1924. Hijo de un ebanista, fue un autodidacta del toreo, al que llegó y por el que vivió con auténtica vocación. Su primera actuación de luces tuvo lugar en Orihuela el 28 de marzo de 1941, y no debutaría en el ruedo de Alicante con picadores hasta el 25 de junio de 1944, alternando con Alejandro Mantani, de Perú, y Rafael González Machaquito. Al año siguiente llegaría la presentación en la plaza de Madrid, el 19 de agosto de 1945, estoqueando ganado de Sánchez Fabrés y alternando junto a los también novilleros Antonio Rangel y Manuel Vargas. Tan crucial tarde no se resolvió con éxito notable, algo que no fue óbice para que Esplá toreara gran número de festejos principalmente en las provincias orientales de Andalucía, en Murcia, Albacete y en toda la Comunidad Valenciana, cosechando triunfos importantes durante más de una década.

Su dilatada carrera de novillero no culminó con el doctorado como matador, sino que escogió una tarde muy especial para retirarse en su ciudad el 5 de septiembre de 1954, fecha en la que apadrinó el debut con los del castoreño en Alicante de los dos toreros que revolucionaron la historia taurina de esta ciudad: Vicente Blau El Tino y Francisco Antón Pacorro, lidiando novillos de Manuel Francisco Garzón. En 2004 volvieron a juntarse los tres en el homenaje que con motivo del 50 aniversario de aquella tarde les brindó el Club Taurino de Alicante.

Donde mayores éxitos cosechó Paquito Esplá fue, sin duda, como formador de futuros toreros, y para ello instaló una plaza de toros portátil en la barriada alicantina de Los Ángeles llamada La Victoria, a la que sustituyó una nueva de obra con capacidad para 1.500 espectadores, que recibió el nombre de Vista Alegre, inaugurada el 20 de octubre de 1958. Casi todos cuantos intentaron ser toreros en Alicante pasaron por aquella auténtica escuela taurina. Los planes urbanísticos de la primera década de este siglo llevaron a la demolición en 2010 de tan coqueto inmueble, y con él la memoria de varias generaciones de alicantinos amantes de esta fiesta. En su polifacética dedicación taurina, Paquito Esplá también probó la aventura como ganadero de reses bravas.

Su mayor aportación a la tauromaquia, sin embargo, corrió por vía sanguínea, pues el apellido Esplá alcanzó su mayor esplendor en sus hijos, Luis Francisco y Juan Antonio. Y aún hoy la esperanza sigue puesta en el también matador de toros Alejandro Esplá, así como en su primo Santiago, todavía novillero. La pérdida del fundador de esta dinastía se produce apenas cumplidos ocho meses del fallecimiento de doña Tirsa, esposa del finado, y la misma semana en que la afición alicantina también despedía a Miguel Lizón, decano de la crítica taurina de la ciudad y colaborador durante 31 años en este periódico.

Sin Paquito Esplá no se puede entender la tauromaquia de Alicante en los últimos sesenta años, ya sea por su ascendencia directa con El Tino y Pacorro, por la herencia de su linaje o por su labor de apoyo a todos cuantos intentaron la aventura torera y para quienes siempre tenía un gesto de apoyo un hombre al que muchos recordarán siempre por su eterna sonrisa.