La ciudad de Black Rock no existe. No tiene casas ni calles ni gobierno. Es puro desierto y está en Nevada, a 150 kilómetros de Reno. Sus «habitantes» solo aparecen durante unos 20 días al año para celebrar el Burning Man, un festival de arte en el que la convivencia y la solidaridad reinan por unos días. Aunque en la última edición quien ha reinado ha sido Euterpe, una joven adolescente de seis metros de altura que la compañía Carros de Foc llevó desde San Vicente del Raspeig hasta el otro lado del charco.

Único representante español en este famoso encuentro, Carros de Foc paseó a su muñeca articulada -que tardó en montar dos días- por el desierto de Nevada entre más de 300 propuestas artísticas participantes este año. Pero Euterpe se movió, se paseó y se dejó guiar por los miles de asistentes a este festival que se celebró entre el 27 de agosto y el 4 de septiembre. Y tanto gustó que la compañía alicantina consiguió la medalla a la excelencia del proyecto del Burning Man y ocupó su espacio en las revistas Vanity Fair y Rolling Stones.

Pero la aventura americana de Euterpe comenzó 45 días antes, cuando Miguel Ángel Martín, fundador y director de esta agrupación, metió a la muñeca de su creación en un contenedor y la embarcó rumbo a Nevada. Y con ella, el equipamiento necesario para que su equipo de 50 personas pudiera sobrevivir durante 18 días en su campamento: varias neveras, congeladores, grupos electrógenos, cocinas, toldos, tiendas, gas butano... Y una paella para medio centenar de personas. «Estábamos en medio de la nada y teníamos que sobrevivir en un lugar donde no había nada, así que hicimos una compra en Reno de 4.000 euros en un centro comercial y se hicieron hasta una foto con nosotros», asegura Martín recién llegado de este periplo -al que acudió como visitante el pasado año- que le ha proporcionado muchas satisfacciones y también muchos agobios. Las temperaturas rondaban los 45 grados a mediodía y las tormentas de arena hacían estragos. «Es muy duro pero a la vez es mágico, lo que se vive allí es mezcla de supervivencia y de convivencia con el arte y con las emociones».

El secreto del éxito de Euterpe, afirma el director de la compañía, es que no es una creación estática sino que es interactiva, realizaba dos «paseos» diarios, y también que cuenta una historia. «Euterpe es un ser que viene de otro planeta y por eso el primer día apareció con un traje espacial; después va evolucionando hasta convertirse en un personaje del Burning Man y los dos últimos días se paseó desnuda y todo el mundo pudo pintarla o colgarle adornos; hay artistas que se tiraron todo el día haciendo un dibujo en su cuerpo, son cosas que no pienso borrar».

Igual que los recuerdos de esta aventura. Para esta compañía de teatro urbano, que recibió hace dos años el Premio Importante de INFORMACIÓN, «ha sido espectacular la experiencia porque nuestra obra ha sido una de las que más ha gustado; luego yo me quedo con las emociones que sientes allí porque son muy fuertes, vives en el extremo, convives con gente que no conoces y recibes un cariño muy especial de los espectadores».

Y para el futuro, Miguel Ángel Martín y su equipo ya piensan en volver al desierto de Nevada. La invitación de los directores del Burning Man ya está cursada y recibida. «Seguramente vamos a volver el año que viene, aunque estas cosas tienen que fructificar con el tiempo». Lo que tiene claro el creador de Euterpe es que si repiten en este festiva, será también con su «chica». Eso sí, contará otra historia diferente.