La lluvia dio tregua a la localidad valenciana de Buñol, que ayer pudo teñirse de rojo como cada año en la tradicional Tomatina, la «guerra pacífica» de lanzamiento de tomates -como la definió su alcaldesa, Juncal Carrascosa-, que este año ha vuelto a lograr un lleno absoluto con 22.000 personas, muchos de ellos extranjeros, que se han lanzado 162.000 kilos de fruta.