Al fútbol le dijo hasta luego, igual que a su vida en Madrid.

Tenía 26 años, estaba en una multinacional y llevaba tiempo comprobando que ascender era imposible. Mi trabajo me lo sabía de memoria y no quería estar atado a un horario fijo de 9 a 18 horas. Entonces, empecé a cuestionarme mi futuro. Una opción era hacer un MBA y otra lanzarme a desarrollar un proyecto. Como tenía a un buen amigo de Alicante cursando una beca en China surgió lo segundo.

¿Qué le animó?

Sentí que debía arriesgar. Siempre he sido ambicioso y he visto a largo plazo los pasos que debía dar. Pensé: «¿Qué es lo peor que me puede pasar? ¿Quedarme sin un duro? ¿Y lo que ganaré de experiencia?». Así nació Kuiki Studio en Xiamén.

Sin embargo, la jugada no salió como se había ensayado.

Tuve la oportunidad de vivir de Kuiki Studio durante un tiempo para aprender y tener la suerte de que llegara una oportunidad más grande.

¿Cuál?

Mi.ID, una startup que mueve casi dos millones de dólares. Viéndolo con perspectiva, creo que mi mayor premio fue tener la determinación de ir a China.

¿Qué conclusiones saca después de este tiempo?

Jaja. Que he aprendido mucho enfrentándome a retos que no dominaba. Ésta ha sido mi mejor formación. Me siento como pez en el agua gestionando equipos en remoto para proyectos online. Esto lo tengo muy afianzado. Por eso soy consultor digital.

Explique eso.

Dirijo a profesionales que físicamente están en la Red. Nosotros hemos tenido la sede en China y viajamos hasta Pakistán para montar una oficina allí, con buenas condiciones y les pagamos mejor que en sus anteriores curros para que nuestros contratados se sientan a gusto. Por ejemplo, acabo de contratar a dos desarrolladoras de negocio por Facebook y no les he visto aún la cara.

¿Y qué criterios cuentan?

Para mí todo o casi todo gira en torno a la comunicación. Si quedamos para tratar por la red una acción y las personas apenas preguntan no me fío.

...

Prefiero un profesional que diga ahora no sabría hacerlo pero me busco la vida, a uno que me prometa que lo tiene hecho en 10 días. Pasado el plazo sigues esperando. Aunque en Asia están estereotipadas la nacionalidad sobre quiénes trabajan mejor que otros, nosotros intentamos no caer en el error. Hemos contratado a hindúes, coreanos, pakistaníes? Al final, el que pasa el corte es aquel que, al principio, molesta con preguntas.

¿Amigos entre candidatos?

Se dio algo curioso el año pasado por esta fechas. Un colega de Alicante me llamó para decirme que estaba cansado de ejercer como abogado y que, por favor, le echara un cable. Tenía 30 años y apenas sabía inglés. Hablamos con los socios, inflamos un poco su perfil, y les convencimos que tenía dotes comerciales. No voy a mentir, el camino ha sido duro pero su trasformación está resultando increíble.

¿Qué ha hecho?

Estar motivado y persistir. Esto es otro mundo, otras costumbres y entre las buenas cosas es que no tienes que tener una gran imagen, un gran currículo, para que una empresa importante concierte una cita contigo para hablar de negocios. De hecho, gracias a un email que mandó mi amigo hoy estamos instalados en Tailandia.

¿Qué pasó con China?

Ya hicimos nuestros deberes allí y salvo que tengamos un objetivo seductor no volveremos. Es una vida difícil de descifrar.

Realmente, ha tenido montada la oficina por toda Asia.

Cuando he de rellenar un formulario y situar mi domicilio me ha dado más de un quebradero de cabeza. Jaja. La realidad es que como vas tejiendo relaciones y el trabajo transcurre por las ondas, no hay necesidad ninguna de estar en un lugar físico. No llegamos a trabajar 6 meses en un sitio y 6 en otro, pero fluctuamos entre Tailandia, Filipinas, Taiwán...

Se ha tomado en serio la definición de nómada digital.

Hay que aprovechar al máximo las oportunidades. Alicante tiene un filón ahí: ciudad tranquila, clima espectacular y barata.

Ojalá.

Los españoles estamos preparados. Hay mucha gente que se está moviendo con celeridad y busca de forma creativa la vía de crecer profesionalmente.

Somos 3,2 millones de autónomos y la tasa ha aumentado.

Por eso me ha alucinando que un chaval al que entrené a fútbol en La Concepción (Madrid) tenga entre manos un proyecto revolucionario.

¿De qué se trata?

Se llama Aragon Network y pretende impulsar a las organizaciones autónomas descentralizadas. Es decir, que no haya gobierno que ponga unos límites abusivos para el emprendimiento.

Suena bien. ¿Se han topado muchas trabas con Mi.ID?

Después de mucho trabajo fuimos conscientes de que no teníamos infraestructura económica. Hubo una falta de estrategia. Reenfocamos para centrarnos en una pata del negocio: Walay, una marca de ropa costumizada que quiere comercializar El Corte Inglés en Tailandia. Por eso estamos aquí. No lo hemos hecho nunca, pero nos gusta la estrategia de negocio y nos vamos a lanzar.

Les faltarán horas.

Yo al menos, en septiembre, estaré por El Campello, que si no mi madre me deshereda. Y lo mismo juego un partido de fútbol. La pasión no se pierde. Tampoco el sentido de pertenencia.

Aprovechará a gusto...

15 días. A la vuelta paro en Kobe (Japón) para asistir a un programa de 500 startups.