Ángel Gil Orrios dirige desde hace 18 años el Thalia Theatre de Nueva York, un teatro bilingüe (con obras en inglés y español) de 100 localidades con un presupuesto anual de 600.000 dólares (509.000 euros), de los que la mitad procede de fondos públicos. Por eso, a este aragonés con casa en El Campello desde hace años le sorprende que el mayor teatro de Alicante, con más de un millar de butacas, disponga de la mitad de los recursos que su pequeña sala, 240.000 euros.

«Es terrible, me parece impresionante que un teatro tan importante como el Principal tenga ese presupuesto. Cuando me lo dijo Francesc Sanguino -director del Teatro Principal de Alicante- no me lo podía creer», apunta este director y productor ejecutivo, que acostumbra a pasar los veranos en la costa alicantina y que la pasada semana visitó el teatro.

A Sanguino no lo conocía, «pero el año pasado vi el festival de teatro clásico en el castillo y me pareció muy interesante. Por deformación profesional, siempre veo qué hay de cultura en Alicante y, de pronto, parecía que había algo -relata-. Vi que habían nombrado a una persona que tenía sentido de la programación y del riesgo que no había visto antes y que quería colaborar en el desarrollo y en la formación teatral de la gente de aquí».

Ángel Gil Orrios sabe de lo que habla. Tras estudiar dirección teatral en la Escuela de Arte Dramático de Zaragoza, trabajó como ayudante de dirección en el María Guerrero y hace 37 años que se fue a Nueva York con la idea de crear una comedia musical original española profundizando en la zarzuela y el flamenco «y al final creé, no uno, sino montones de musicales originales», apunta. En Nueva York conoció al actor Raúl Juliá, su primer mentor, con quien formó una compañía de producción y quien le presentó al creador de A Chorus Line, Joseph Papp, y dijo: «Aquí me quedo».

Gil Orrios es responsable de un teatro que en 40 años ha producido 212 espectáculos y ha recibido 201 premios. Programa con cinco años de adelanto, la mitad de su presupuesto es público (de cuatro administraciones distintas: municipal, del condado, estatal y federal) y las ayudas que recibe son para tres años; el resto procede de fundaciones y corporaciones privadas, donaciones particulares y taquilla.

Conocedor del déficit de 335.000 euros del Principal de Alicante, el gestor teatral neoyorquino no se escandaliza: «Eso es lo normal. Ese déficit quiere decir claramente que un teatro como este necesita más apoyo, tanto público como privado. Nadie quiere acabar el año en números rojos, pero a veces si los números no cuadran es porque es imposible que cuadren. No tiene sentido que yo tenga un presupuesto que es más del doble que el de aquí. Tienen que apoyarlo más».

A su juicio, lo primero que hay que resolver es la indefinición en la que se mueve el teatro alicantino por su propiedad mixta (Ayuntamiento y Banco Sabadell), «definir lo que puede ser, si público o privado, ya que desgraciadamente en España no hay una ley de Mecenazgo como en EE UU». Las autoridades se deben «mojar» y aclarar «qué misión debe cumplir el teatro como emblema de la cultura y el arte en esta ciudad».

Para Ángel Gil Orrios, la fortaleza del Principal de Alicante es el camino que la nueva dirección ha empezado a abrir «con la creación de una compañía estable con gente joven que se prepare para el futuro, de donde salgan producciones; que se hayan convocado residencias para compañías de aquí; que el trabajo de una dramaturga como el de Lola Blasco, Premio Nacional este año que encima es alicantina, se monte desde aquí... Eso es lo que hay que hacer, esa es la labor que no tiene precio y ahí está la inversión. Ahora bien, cuando un campesino siembra, la cosecha no sale al día siguiente. El apoyo de todas esas cosas es lo que va a hacer que desde el punto de vista cultural se genere algo».

La gran dependencia de la taquilla del Teatro Principal de Alicante -cuyos ingresos por la venta de entradas han salvado del déficit al coliseo en numerosos ejercicios- puede ser, según el productor, «un peligro, porque serás más comercial y solo programarás las cosas que el público quiere ver. Pero el público tiene que ir educándose también».

Gil Orrios avanza que el teatro alicantino tiene mucho potencial como factor de desarrollo turístico, «e podrían hacer también obras en inglés aprovechando la cantidad de extranjeros. En Nueva York se apoya tanto la cultura porque cuando alguien saca un billete de avión inmediatamente saca entradas para el teatro».

Para este maño afincado en la ciudad de los rascacielos, el problema fundamental de la cultura en España es que «todo está demasiado politizado y eso no te permite programar. Los apoyos deben ser continuos y no pueden depender de quién gobierne».