Una incubadora-cápsula para que los astronautas vuelvan a casa con la misma edad de la que salieron de su planeta tras sesenta años o más de viaje espacial es un proyecto que avanza bajo la dirección del científico Javier Cabo (Pontevedra, 1965), quien sin embargo se ríe de quienes buscan la inmortalidad . Un cadáver congelado seguirá siendo cadáver cuando se descongele, subraya irónico el doctor Cabo, pionero de la cirugía cardiaca, al desmontar para Epipress las teorías de criogenización o criopreservación de los frikis de Silicon Valley. «Que nadie se llame a engaño», subraya el cirujano que realizó en 1994 el primer trasplante de corazón en un bebé en el madrileño Hospital La Paz y abrió seguidamente la primera unidad de criopreservación europea para reconstruir con piezas de donantes muchos corazones averiados.

Cabo, conocido como el Da Vinci de la cirugía, organiza estos días en Madrid la primera cumbre internacional de Longevidad y Criopreservación para desmotar algunas «falacias» en torno a las técnicas de congelación de cuerpos y debatir sus aspectos legales. «Espero que a nadie le hayan vendido la promesa de que la criogenización es el paso previo a una futura resurrección», confía este médico polifacético que lo mismo reconstruye un corazón que pinta un cuadro, escribe libros o imparte clases de piano, violín y violonchelo. Experto además en Inteligencia Artificial, Robótica y Nanotecnología, dirige ahora un hospital estadounidense en República Dominicana desde el que opera a distancia con un robot a cualquier paciente de cualquier parte del mundo. Cabo se despide este mes de La Paz, donde ha sido jefe de cirugía cardiovascular, porque asegura que ya «no da abasto».

Doctor Cabo. A usted le toca el salto más difícil todavía. Estamos alargando nuestra esperanza de vida, pero, ¿se puede hacer algo por nosotros después de la muerte?

Nada. Una vez muerto, se acabó todo. Te pueden enterrar bajo tierra, quemar y lanzar las cenizas al mar o puedes imitar de alguna forma a los egipcios y congelar a tu abuelo para guardarlo en una de las tres empresas que se hacen cargo de estos cadáveres a cambio de 250.000 dólares.

¡Menuda pasta para conservar un cadáver!

Hay una versión más barata y aún más friki que pasa por congelar solo las cabezas. Congelar la cabeza de tu abuelo te saldría por 80.000 dólares.

¿Qué hacen ustedes para evitar la muerte biológica?

Paramos el metabolismo protegiendo a la célula que después podemos congelar. Pero esa célula tiene que estar viva cuando la congelas para después poder descongelarla.

¿Para qué sirven entonces esos seis centenares de cuerpos criogenizados repartidos por todo el mundo?

Sirven de decoración. Podría abrirse un museo para visitar las tumbas egipcias de hoy en día.

Creo que hay dos españolas criogenizadas.

Habrá más. Supongo que algún rico también se habrá apuntado a esta moda, pero que quede claro que esa práctica en España no es legal.

¿Qué buscan los que se someten voluntariamente a la criogenización?

Ni idea. Espero que nadie les haya engañado con la falsa promesa de que en unos años los van a resucitar.

¿Está usted trabajando para conseguir la inmortalidad?

En absoluto. Trabajo para prolongar la vida. Tenemos tres edades: la legal, la biológica y la mental. Me interesa prolongar la vida biológica que marca tu devenir a través de los telómeros.

Ustedes van a tener en la cumbre a José Luis Cordeiro, uno de los gurús de Silicon Valley, que asegura estar convencido de que no se va a morir. El tema correspondería a la primera parte de su encuentro madrileño: la longevidad.

Aprecio a Cordeiro, a quien siento decirle que él, como todo el mundo, también se va a morir. Además yo no creo en la resurrección y solo apuesto por la longevidad con calidad de vida que se consigue con una dieta sana, ejercicio físico y hábitos saludables.

Siendo tan escéptico respecto a la criogenización, ¿qué espera de la Primera Cumbre Internacional de Longevidad y Criopreservación se celebra esta semana en Madrid?

Quiero desmontar la ficción que envuelve a este tema de la criopreservación manejado por unos frikis sin ningún nivel científico. Queremos también abrir líneas de debate sobre la situación legal y jurídica de estos cadáveres congelados y promover una forma seria de trabajar en este asunto.

¿Cómo es el nivel científico de los estudios de la criopreservación y de la longevidad que se hacen en España?

En longevidad somos fuertes y destaco los trabajos de María Blasco y Juan Carlos Izpisúa. También estamos bien en lo que es criopreservación de organismos pequeños como células, óvulos y espermatozoides. Congelar tejidos ya es más difícil y hacemos muy bien la criogenización de válvulas y arterias cardiacas. Estamos muy lejos de criogenizar órganos. Si no se puede congelar un corazón, imagínese lo lejos que estamos de congelar un cuerpo. Eso es una entelequia. Hoy es ficción, pero puede ser una realidad si trabajamos con rigor.

¿Qué ha conseguido Gregory Fahy, quien expone en Madrid sus avances sobre la conservación de los cuerpos?

Él es el mayor experto en vitrificación. El gran problema de la criogenización es que el hielo rompe las células. ¿Qué sentido tiene criogenizarse si cuando te descongelan no tienes cerebro? La vitrificación disminuye la rotura celular y ahora se alía con la nanotecnología para avanzar en este sueño de frenar la rotura celular del cerebro.

Hábleme del Caso Irene que le condujo a usted hace 25 años a reconstruir su corazón.

Sufría de corazón izquierdo hipoplástico, una enfermedad congénita de la que antes se morían todos los bebés. Tenía una aorta de algo más de un milímetro y medio. Así que en vez de un trasplante le hice una reconstrucción complejísima del corazón.

Eso le llevó a crear la primera unidad de criopreservacion europea para reconstruir con piezas de donantes los corazones que le llegaban con problemas. ¿Cómo ha sido esa aventura?

Exacto. A los niños con la aorta de menos de un milímetro les hacemos un trasplante cardiaco. El primero que se hizo en España lo hice yo en 1994.

Y ahora se intenta conseguir con el cuerpo entero lo logrado con el corazón. ¿Verdad?

Sí, pero de manera seria, no con ilusiones de frikis.

Dice que la clave está en mantener las células vivas. ¿No se mueren cuando se congelan?

No porque lo que les haces es pararles el metabolismo. Quedan latentes.

¿Cómo se mantienen vivas esas células congeladas y que ocurre al descongelarlas?

Se les añaden determinadas sustancias y al descongelarlas, si la congelación se ha hecho correctamente, recuperan el metabolismo.

Pero el cerebro es otro mundo, supongo.

Eso sí que es el más difícil todavía. Ahora mismo es inviable. Si criogenizas algo muerto, cuando lo descongelas sigue muerto.

¿Cómo va el proyecto que usted dirige para crear una cápsula-incubadora para hacer viajes espaciales evitando que los astronautas sufran graves daños?

Bien. La idea es meter en una especie de incubadoras a los astronautas y aplicarles la técnica de animación suspendida, parecida a la vitrificación, que ralentiza el metabolismo. Si uno tarda en llegar a Júpiter 30 años y otros 30 en volver, con esta técnica, el astronauta viaja sin metabolismo y llega a su destino con la misma edad con la que salió de la Tierra.