El objetivo era ambicioso, pero el resultado lo es aún más. La artista alicantina Laura Molina y el diseñador y fotógrafo sevillano Sergio Herrera miraron a Europa, estudiaron sus lenguas y sus mensajes, curiosearon en su historia y, al final, consiguieron «invadirla». Firman como Todomuta Studio y son los autores de la escultura de 25 metros de altura y 10 toneladas de peso que, desde el pasado 4 de mayo, recorre las seis plantas de la House of European History de Bruselas y se extiende por todas las salas de la planta baja.

El proyecto, promovido por el Parlamento Europeo para la difusión de la historia común de la UE, se formuló a través de un concurso público que Molina y Herrera ganaron entre propuestas de varios países. El hilo conductor debía ser «la unión en la diversidad a través del empleo de referencias alfabéticas e idiomáticas».

Eso fue hace tres años y son dos los que han empleado para la ejecución de esta pieza realizada en alumino y acero, trabajada en base a una filigrana calada de tipografías que unidas entre sí dan como resultado una textura gráfica, como de malla, que se extiende a lo largo de toda la pieza.

«Tiene una estructura de acero, como una columna vertebral, pero lo más importante es que se suspende en el aire pese a sus 10 toneladas de peso e invade todo el espacio expositivo porque tiene una especie de brazos que se meten por las diferentes salas, de manera que acompaña siempre al visitante», asegura esta alicantina licenciada en Bellas Artes y afincada en Sevilla. «Alrededor de esta columna se articulan unas bandas de aluminio caladas con muchas tipografías unidas entre sí que generan una textura».

Aunque el cuerpo central no es legible, sí lo son los brazos que alcanzan las salas. «Hemos introducido citas de personajes representativos de la historia de Europa en varios idiomas, según la nacionalidad de su autor».

La intervención de Todomuta Studio contrasta con las líneas del edificio proyectado por Chaix, Morel et Associés, que une un edificio antiguo con una construcción anexa moderna. En la intersección de ambos es donde cuelga ya esta obra escultórica, como un elemento orgánico y vivo que flota dentro del lucernario y por las diferentes dependencias.

Si proyectarlo no fue fácil, ejecutarlo resultó mucho más complicado. Para Laura Molina, este trabajo es «una virguería técnica». «A nivel profesional, poder resolver una pieza así ha sido técnica y creativamente fantástico porque planteaba muchos problemas, como hacer que vuele en el aire o que las bandas de aluminio vayan hacia las diferentes salas». Por eso, Todomuta ha trabajado con ingenieros, arquitectos y expertos en 3D. «La pieza se montó allí mismo en sala porque se hizo en módulos; primero fuimos soldando la columna vertebral y luego los brazos... allí han alucinado porque es muy imponente ver una obra ese tamaño y tan invasiva».

La artista asegura que es «como si nos hubiese tocado la lotería; poder trabajar en condiciones como estas y una pieza tan arriesgada no se hubiera podido hacer en otras circunstancias».

Laura Molina se trasladó a Sevilla tras acabar los estudios y en 2011 creó Todomuta Studio con Sergio Herrera, una iniciativa artística y empresarial poco habitual. «Somos dos artistas que nos hemos juntado para crear este proyecto, marcado por una personalidad muy particular, que va más allá de una autoría individual». Con esa firma común crean sus propias piezas únicas y también para otras marcas. Han realizado desde piezas cerámicas para los diseños del modisto Leandro Cano, hasta un proyecto de diseño de vajillas para La Cartuja.