El oriolano Ricardo Cases es uno de los fotógrafos que mejor ha retratado el paisaje y el paisanaje mediterráneo en su particular búsqueda de la identidad valenciana, reflejada en dos de sus últimas series: El porqué de las naranjas y Sol. Sin embargo, ha sido la Comunidad de Madrid la primera en reconocer la trayectoria de este fotógrafo alicantino con la concesión del Premio de Cultura en el apartado de Fotografía. Cases recibirá el galardón -dotado con 18.000 euros- el próximo 2 de junio en Madrid junto al resto de premiados, entre los que se incluyen nombres como Núria Espert, José Sacristán, Israel Galván, Luis Landero o el también alicantino José María Manzanares.

Cases (1971), afincado actualmente en la localidad valenciana de Torrent, vivió 13 años en Madrid, donde realizó tres de sus series fotográficas y de las que el Centro de Arte Alcobendas -que expuso su proyecto más conocido y premiado, Paloma al aire- compró recientemente algunas fotografías.

El premio, no obstante, ni lo esperaba: «Me ha sorprendido muchísimo porque es algo a lo que no te presentas y siempre gusta que te premien el trabajo que haces y la trayectoria. Me hace mucha ilusión, tengo ya mis 46 años y joven ya no soy», bromea.

Su último proyecto, Sol, estuvo en marzo expuesto en La Fresh Gallery de Madrid y continúa la línea iniciada con El porqué de las naranjas, donde indaga en el cliché de la costa levantina con el sol en el centro de la serie. «El sol condiciona todo en esta tierra, desde la identidad hasta la economía,y quería representarlo de todas las maneras que se me ocurrieran», apunta Cases, que añade que el libro de fotografía con estas imágenes saldrá el próximo otoño.

Pero Cases comenta que «es difícil encontrar trabajos míos que se parezcan mucho, me gusta ver las posibilidades de la fotografía y explorar la manera de fotografiar algo que potencie una idea que tengo». Por ejemplo, uno de sus últimos libros es Podría haberse evitado, editado por Dalpine, que hizo con un teleobjetivo sobre el pueblo de Ébona (Valencia) como si se mascara una tragedia, donde Cases juega con la idea de que «parece que ha pasado algo aunque no haya pasado nada».

El proyecto que más le ilusiona ahora es participar en los encuentros de fotografía de Arlés (Francia), donde a partir del 3 de julio mostrará Historias de un presente inmediato con el colectivo fotográfico al que pertenece, Blank Paper. «Es un sueño. Siempre hemos estado yendo en romería a Arlés pero nunca habíamos expuesto allí y va a ser una exposición muy guay, con doce autores», apunta.

El oriolano asegura no sentirse discriminado ni olvidado en su tierra: «Estoy muy tranquilo con la Comunidad Valenciana y muy agradecido a Juan Fuster y a Mustang por las dos exposiciones que hice allí: Paloma al aire y Ciudad elegida, una apuesta por la fotografía alicantina donde también estaba Cristina de Middel, Alberto Feijóo o Carlos Aguilera. Eso fue un subidón», afirma el oriolano, que cree en la «buena salud» de esta disciplina en la provincia, «hace unos años no había nada y ahora hay un festival hasta en Orihuela. Me hizo mucha ilusión saberlo».

Cases considera que la fotografía en España vive «un momento muy interesante, donde hay muchas ganas de trabajar, pero también hay una sobre-oferta tremenda, destacar es difícil y el diseño a veces esconde lo que no hay. Creo mucho en contar historias y la fotografía es una herramienta muy democrática. La diferencia a veces está en la capacidad de trabajo».