«Solo servía para acumular basuras, de refugio a los enamorados y de cantera a los expoliadores (...). Cuando algún visitante interesado conseguía llegar a la puerta de entrada del recinto del Tossal, la encontraba permanentemente cerrada y con un cartel en el que se leía ''Monumento Histórico Artístico. Prohibido arrojar basuras''. Era todo un símbolo, un grito desesperado de impotencia ante el abandono de lo que debía ser uno de los grandes monumentos alicantinos». De esta descripción, realizada por Lorenzo Abad en 1990 en el tomo I de Historia de Alicante editado por INFORMACIÓN, a la imagen que ofrece hoy, el yacimiento de Lucentum ha experimentado un giro de 180 grados.

Por eso, cuando el pleno de la Diputación de Alicante aprobó ayer por unanimidad aceptar la cesión de propiedad realizada por el Estado de este enclave patrimonial, fue un acto de justicia. No solo porque desde 1990 ha sido la Diputación la que se ha encargado de su mantenimiento, sus excavaciones y su musealización sino porque gracias a su trabajo, Lucentum ha pasado de ser un vertedero a convertirse en uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la Comunidad Valenciana.

El actual director técnico del Museo Arqueológico de Alicante, Manuel Olcina, y el director del Área de Arquitectura de la Diputación, Rafael Pérez, son dos de los «culpables» de que esto haya ocurrido y también de que el Estado haya tomado una decisión «excepcional» para ceder su propiedad a la institución provincial.

La historia se remonta a los años 30 del siglo pasado, cuando Figueras Pacheco y Lafuente Vidal realizaron la primera gran excavación en este espacio. «Eran parcelas de particulares -apunta Olcina- y esos trabajos fueron decisivos». En los años 50, el Estado compró 3.500 metros cuadrados, de los 50.000 que tiene el yacimiento actual, porque se habían sacado a la luz vestigios y el propietario quería subastar el terreno. Esos restos son los que en 1961 se declararon Monumento Histórico Artístico. Pero fue en 1973 cuando todo el enclave se vio amenazado por el crecimiento urbanístico y entonces el Estado expropió los terrenos. El Ayuntamiento de Alicante, la Diputación y los miembros de la Comisión Provincial de Monumentos, donde estaba Enrique Llobregat, presionaron para que se salvara.

El Estado lo valló, pero quedó abandonado, quitando alguna pequeña obra de restauración y consolidación en los años 80. Hasta que en 1990 la Diputación se hace cargo del yacimiento a través del Museo Arqueológico Provincial y del Área de Arquitectura, con Llobregat y Olcina como directores de excavaciones y con Rafael Pérez como artífice del proyecto de recuperación y musealización. Los trabajos empezaron en 1992 y en 1998, Lucentum se convirtió en un yacimiento visitable, tras un acto de inauguración al que asistió la entonces ministra de Cultura, Esperanza Aguirre.

«La Diputación ha tutelado la conservación, las excavaciones y ha conseguido que haya un yacimiento conocido en toda España, altamente estudiado, con más de 150 artículos publicados y con unos sistemas de restauración en los que hemos sido pioneros, gracias al tesón de Rafael Pérez».

En este sentido, el arquitecto asegura que «fuimos utilizando una metodología que no tenía antecedentes, marcamos un método de trabajo y unas técnicas que se han utilizado en otros yacimientos y eso es una satisfacción».

Pérez recuerda que en una exposición en 1986 en el Palacio Provincial, con el arqueólogo Rafael Azuar como comisario, «ya se hablaba de la necesidad de recuperar el yacimiento... y aún no hemos terminado».

En estos 25 años Lucentum ha cambiado totalmente. Por eso, que el Estado haya cedido su propiedad a la institución provincial, a Olcina le parece «una cuestión de justicia», porque la Diputación «lo ha hecho muy bien estos años, indistintamente del partido que ha estado ahí, igual que la unidad de Patrimonio y de Cultura que han hecho un gran trabajo y del área de Administración del MARQ que ha tenido un papel fundamental en todo el proceso».

Cambiar no cambiará mucho su forma de actuar. «Vamos a seguir trabajando igual, pero al tenerlo en propiedad se asegura que se seguirá protegiendo», destaca el director del MARQ. «Es una ciudad romana completa que en el futuro, aunque yo no lo veré, dará muchas sorpresas todavía».