El danés Lukas Graham, líder de la banda de pop-soul del mismo nombre y autor de uno de los sencillos de mayor éxito de 2016 en España y medio mundo, 7 years, visita España tras acariciar tres premios Grammy, toda una proeza para un músico surgido de la célebre «ciudad libre» de Christiania. «La música son sentimientos y hablan al corazón. El secreto de nuestro éxito ha sido practicar mucho, trabajar duro y soñar con llegar a algún lugar más allá de nuestro patio», afirma el vocalista y compositor, antes de resumirlo todo con una expresión muy castellana: «Echarle cojones».

Fue en 2010 cuando Lukas Graham Forchhammer (Copenhague, 1988) formó Lukas Graham junto a otros músicos y pronto consiguieron su primer contrato discográfico, un álbum homónimo y un enorme éxito en su país que, como buenos hijos de la globalización, se extendió al resto del mundo tras alcanzar el número 1 en Suecia. «No me malinterpretes, tuve suficiente amor de mi padre y madre, pero no creo que lo entendiesen cuando les dije que quería un contrato en Hollywood y que cantaría en televisión», canta en Mamma said, uno de los sencillos extraídos de su segundo disco llamado Lukas Graham (2015), el de la portada azul.

¿Cómo concilia el éxito internacional de una sociedad capitalista un joven forjado en los principios de la comunidad alternativa de Christiania, el famoso barrio de Copenhague?. «Crecí en el seno de una familia con fuertes valores; no teníamos mucho dinero, pero no éramos pobres, y no creo en que por dedicarme a esto tenga que convertirme en una estrella megalomaníaca», señala.

Para él, «el éxito solo agranda lo que eras antes: si ya eras tonto, después serás un soberano idiota», y afirma que su noción de triunfo pasa por seguir disfrutando de lo que hace. No siempre fue así. Según reconocen, después de unas Navidades en las que apenas tuvieron respiro, la vorágine de conciertos hasta el pasado verano les pasó factura.

Además, en pleno ascenso de su carrera, en septiembre de 2012, se produjo la muerte de Eugene, el padre de Lukas, un irlandés amante de la música que les cerró sus primeros bolos y que les cuidaba como otro integrante más. Graham era su segundo nombre. «Este era su sueño tanto como el nuestro.

Cuando ya teníamos éxito en Dinamarca, él nos decía que podíamos ser grandes en el mundo», recuerda Forchhammer. Apenas 15 días después de enterrarlo estaban ofreciendo en Dinamarca los mayores conciertos de su historia y Lukas no se permitió el requerido descanso emocional. «Los dos años posteriores a su muerte bebía mucho y no engullía más que comida basura», reconoce. A principios de 2013 tuvieron que cancelar muchos conciertos y sus compañeros le animaron a relajarse un tiempo.