­«Nuestro próximo invitado es psicólogo y súper ventas. Con Ser feliz en Alaska nos promete la felicidad hasta viviendo en un vertedero». Así presentó en Late Motiv el 11 de enero Andreu Buenafuente a Rafael Santandreu. El saludo cordial y las sonrisas mandaron durante la entrevista, incluso, desde el comentario inicial cuando el presentador confesó un detalle: «Nunca me había mandado nadie la entrevista con las preguntas y las respuestas». La réplica del entrevistado: «Porque los periodistas hacen muy malas entrevistas». La escena, que se fue hasta los quince, se sumió en un cruce de afiladas cuestiones y presuntuosas soluciones. Sin careta, el showman confesó que «honestamente» cada vez cree «menos en los libros de autoayuda»; a lo que el experto en psicología cognitiva se sumó alegando que «el 95% son muy malos, menos los míos, claro. En el mejor de los casos son colecciones de palabras bonitas sin mucha eficacia». Sonó a desprecio. ¿Ha leído tantos como para alcanzar dicha certeza? ¿Su éxito asegura que lo suyo no es superficialmente bonito?

También se generó un interesante debate sobre la felicidad y el cómico apuntó que «a veces todo es muy superficial. Quizá la prisa de la sociedad actual sea un problema». Echando el telón al programa continuaron las sonrisas. Pero como los desencuentros venden, más en las redes sociales, se viralizó el choque entre ambos y éstos salieron al paso. «Hay que construir a partir del error y del amor. Todos fallamos y pido perdón... Aunque me la trae al pairo lo que piensen de mí», escribió Santandreu en un periódico. «Lo que me escama es ese culto a la superación a toda costa, el éxito y la busca de la felicidad, propagado por nombres-marca que suenan a hueco, a reiterativo y oportunista», se sinceró Buenafuente en su blog personal. Este debate, entre dos profesionales de prestigio, fue enriquecedor por los diferentes puntos de vista acerca de la autoayuda. ¿Casi todos los libros sobre este tema son pobres como dice Santandreu?

Todo es relativo: dependerá el enfoque del autor y de las expectativas del lector. Estará el que busque superficialidad y el que demande profundidad, ya que para romper las barreras de la vida hay quien medita, quien se desahoga con su madre o un amigo, quien prefiere ser acompañado por un coach y quien hay que ni se plantean ninguno de los caminos anteriores. ¿Cuál es el problema, entonces? Que hay libros malos de autoayuda, claro, según quien lo mire. Como profesionales regulares y usuarios desconfiados. Esto genera polémica porque la búsqueda de la felicidad es un concepto abstracto, al que cada uno da un significado, si es capaz de conformarlo. Principalmente, debido a que nos cuesta detenernos para reflexionar sobre cómo enfocar el día a día a nuestro favor. En este sentido reflexiona para La Contra Oriol Quintana, doctor en Humanidades: «Frente a las crisis existe la literatura de autoayuda, que propone un optimismo facilón. Su premisa es que uno siempre puede mejorar, que el esfuerzo es recompensado, que en realidad no existen las dificultades, existen los retos. Esa ideología dominante del triunfo es muy peligrosa». Andreu Buenafuente aporta las recetas que mejor le funcionan para sentirse bien: «Una buena peli, una novela, un poema, una obra de teatro, un paseo con calma, abre la mente y enseña los caminos». En resumidas cuentas, hay mil maneras de aprender a mejorar.