Para que se haga cargo del tipo de entrevista: «¿Qué le ha hecho a usted Fernando Savater?».

Nada, le admiro por sus libros y su tarea de resistente ante ETA. Me irrita cuando baja mucho el nivel con intervenciones poco meditadas y llenas de arrogancia.

Generacionalmente, debió fascinarle Savater.

Empecé a leerlo con quince años, pero él y muchos colegas de su generación han envejecido mal, presos del personaje que han creado. Se vuelven sentenciosos, despectivos hacia lo que ignoran.

¿Se planteó alguna vez escribir La desfachatez intelectual sin dar nombres?

No, porque siempre me había desesperado que en España se escriba con indirectas y alusiones. Mientras no se ofenda ni se incurra en el ataque personal, no pasa nada por hacer referencias explícitas.

Sus víctimas le acusan de haberlas ofendido.

En el libro hay críticas duras, no ofensas. Cuando me han respondido, sí que lo han hecho de la manera más ofensiva posible. Savater me llamó «cerdo», Cercas se refirió a mí como «tonto», Juaristi dice que voy a las herrikotabernas. Demuestran lo viciado que está el debate público, y confirman de modo aparatoso la tesis del libro.

Cercas le responde sin nombrarle.

Sí, lleva tres columnas. Me parece una falta de respeto no conmigo, sino con sus lectores, que no entenderán el asunto. El así criticado no puede defenderse.

El debate es más elevado en Francia o USA.

Sí, porque hay más filtros y no tanta impunidad a la hora de opinar. Si alguien dice muchas tonterías, al cabo de un tiempo le han retirado la tribuna.

¿El éxito ha sorprendido al propio autor?

Mucho, no tenía ni idea del interés de la gente en este asunto. Una lectora me dijo que por fin alguien ponía por escrito lo que ella llevaba pensando tanto tiempo.

¿Vargas Llosa se desmorona fuera de la literatura?

Sí, es el mayor contraste del libro entre un escritor excepcional y un opinólogo acartonado, muy esquemático. No porque carezca de talento, sino porque es superficial y no estudia los temas a fondo. Sus columnas sobre Rosa Díez o Esperanza Aguirre, diciendo que no hubiera habido crisis si ella hubiera gobernado, son especialmente ridículas.

Tal vez necesitan el dinero.

Los más conocidos, Vargas Llosa o Savater, no necesitan esos ingresos. Es más una cuestión de vanidad, de pensar que todo lo que sale de su pluma es interesante.

Desde Unamuno, en España puede defenderse una cosa y la contraria, en un mismo artículo.

Tenemos una larga tradición de intelectuales que al principio de su carrera defienden una cosa, y al final todo lo contrario. Pasar de un extremo a otro los hace sospechosos de frivolidad intelectual.

¿Le sorprendió Trump?

Pensaba que era probable que ganara, mi esperanza es que las instituciones americanas absorban el shock.

¿Pedro Sánchez es el primer candidato que no quiso ser presidente del Gobierno?

Pudo serlo, no tuvo la audacia suficiente para pactar con la izquierda y los nacionalistas. También Podemos cometió un error, al mostrarse tan despectivo con el PSOE. No quiso hacer lo mismo que en autonomías y ayuntamientos.

¿Ha leído Patria?

Es la mejor novela sobre el tema vasco con diferencia. Frente a un tema dificilísimo, transmite un mensaje claro pero recoge todos los ángulos del problema.

¿Su blindaje es la universidad?

Sí, el sector público. Me dicen que cómo se te ocurre hablar así, pero soy funcionario y contra mí no pueden. Lo peor que va a pasarme es que no me inviten a una universidad de verano, y me da igual.

La universidad tiene rectores copiones.

Escribí un artículo muy duro en ctxt.es, con mucha vergüenza ajena. En el ámbito académico, el equivalente a la corrupción es el plagio. Es vergonzoso que el rector continúe en su cargo.

Usted ha liquidado el bipartidismo cultural.

Solo he anotado que las élites intelectuales no están mucho mejor que las políticas.

¿Ni una sola de sus víctimas le ha reconocido que acertaba?

No, y me hubiera conformado con que me llevaran la contraria razonablemente.

¿Se escribirá un libro así contra usted?

Espero que no, estoy encantado de debatir de igual a igual, sin malas artes. Me he centrado en las figuras más cultas y famosas, que se dejan llevar por la vanidad.