Ana Belén recogerá el próximo 4 de febrero el Goya de Honor 2017 por una trayectoria compuesta por más de 50 títulos como actriz y uno como directora, pero hasta el año pasado, cuando estrenó La Reina de España, llevaba más de una década apartada del cine y no por decisión propia. «No me han llegado proyectos en doce años», asegura la actriz y cantante en un encuentro con periodistas en el que se ha declarado dispuesta a hacer «cualquier papel» que le ofrezcan siempre y cuando no sea de «personaje jarrón».

«Me gustaría que me ofrecieran papeles como los que dan a los hombres, ricos, con aristas», declara quien será la quinta mujer en recibir este premio de la Academia de Cine en toda su historia. Las anteriores fueron Rafaela Aparicio (1987), Imperio Argentina (1988), Josefina Molina (2011) y Concha Velasco (2012).

Yvonne Blake, actual presidenta de la Academia, recordó ayer que el galardón se le otorga por ser «rostro y voz imprescindible» del cine español, y repasó la nómina de directores con los que ha trabajado: Gonzalo Suárez, Pedro Olea, Eloy de la Iglesia, Mario Camus, Pilar Miró, Manuel Gutiérrez Aragón, Vicente Aranda o Fernando Colomo.

Con otros, como Pedro Almodóvar, no pudo ser, tal y como recuerda la homenajeada. «Me hizo una oferta que coincidió con la gira latinoamericana del disco Mucho más que dos, empezaba en tres días y la tenía firmada», señala la actriz, que en la última década se ha volcado en el teatro y la música.

La carrera de Ana Belén, nacida María Pilar Cuesta, arrancó cuando tenía 13 años, con el filme Zampo y yo, que no logró repercusión, pero que le abrió las puertas del teatro de la mano de Miguel Narros, un director que estará seguro en su discurso del día 4. «Estará la gente que me ayudó al principio y que me ha acompañado, actores y directores, y la idea de que he sido engarce entre diferentes generaciones», adelantó la protagonista de títulos como La pasión turca o La corte del Faraón.

Volver al cine como esposa de Antonio Resines en La Reina de España le supuso una gran alegría, pero también algo de amargura a posteriori, por la polémica del boicot a la película de Trueba por su discurso al recibir el Premio Nacional de Cinematografía, cuando dijo no sentirse español. «El boicot me retrotrajo a la intolerancia y la intransigencia de la dictadura», asegura Ana Belén, en referencia a una situación similar que vivió junto a su pareja amorosa y artística, Víctor Manuel, en 1973, cuando un anónimo difundió que ambos habían pisado una bandera española en México. «No era cierto y luego se aclaró, pero el mal ya estaba hecho», señala. «La gente debería poder decir lo que sienta en cualquier momento, pero además (en el caso de Trueba) las declaraciones se hicieron en clave irónica y se sacaron de contexto», precisa.

Sobre la evolución del cine español a lo largo de estas décadas, Ana Belén destaca, en el lado positivo, la multiplicidad de miradas sobre muchos temas del pasado y el presente: «hay muy buenos directores y guionistas».