El arte está en cualquier parte. Hasta en la basura. Es la lectura poética de la última serie fotográfica del reportero alicantino Vicente Albero, cuando los objetos y desperdicios de la calle encontrados al azar son retratados deparando verdaderas imágenes artísticas. Elementos que reflexionan y conectan sobre la memoria, los sentimientos y la fugacidad de la vida. Instalaciones y montajes callejeros efímeros que, como el grafiti, nacen tan rápido como mueren. Instantáneas que juegan con líneas minimalistas, detalles superfluos a simple vista pese a sus formas geométricas, y que han inspirado la reciente obra del alicantino Vicente Albero en Art Brossa.

«El verdadero arte es el que puede entusiasmar o emocionar en la misma calle. Porque el arte institucionalizado acaba en su propia solemnidad», señala Albero respecto a esta exposición y libro que se presenta el próximo jueves 12 a las 20 horas en L'Espai de Alicante. «Para la gente, esto es basura o trastos viejos. Pero para mí son pequeñas obras de arte, instalaciones artísticas efímeras que desaparecen de un momento a otro. Estos objetos hablan de la muerte de las cosas como de las personas, de ahí todo ese conjunto y carga de sentimientos», agrega.

Con reminiscencias al arte de Joan Brossa y Chema Madoz, el alicantino Vicente Albero ahonda en Art Brossa en la búsqueda de la identidad y la memoria. Son las circunstancias que nos rodean que, encontradas al azar, generan espacios que llaman al arte, la creatividad y la cultura.

«Nace también un poco por mi obsesión por mirar las cosas. De camino al colegio para llevar a mis hijos, me veía sorprendido por estas instalaciones que se forman en la calle. Digamos que son objetos de los que la gente se quiere deshacer, pero sin intención, también un poco por el azar, estos artistas anónimos realizan una distribución de los enseres que son arte», explica.

Las imágenes de Art Brossa están tratadas en blanco y negro analógico, con película, con cámara cuadrada de seis por seis. «Tampoco quería que hubiera ningún tipo de intervención, de manipulación, y digamos que la película me da un plus de memoria. Siembre ante objetos que, por otro lado, me hacen pensar también sobre el consumo excesivo de la sociedad actual que chocan ante lo artístico de estas construcciones con formas geométricas y bien pensadas, cuando no lo son así realmente», apunta.

También intervienen en el libro Javier Santos y el artista alicantino Pablo Rodes, quien apunta lo siguiente: «Las fotografías de Vicente Albero transmiten intimidad, sencillez y nostalgia. Nos transportan hacia una realidad obsoleta en la que se concluye el ciclo vital del objeto en sí mismo. Se trata de una mirada única, anacrónica, en la que se adivina la idea de caducidad, de añoranza y de belleza. Una belleza, sin embargo, casi inadvertida; ensimismada y deconstruida, que el fotógrafo rescata con toda su fuerza en ese escenario solitario y repudiado. Un argumento carente de identidad se ofrece sublimado en lo que podría representar una proclamación de valores olvidados. Es un viaje al presente que mira hacia el pasado y que incide en el futuro».