«Escribiendo hoy mis propósitos para 2017», decía un whatsapp el pasado 29 de diciembre. Es un clásico plantearse por estas fechas nuevos retos. Ahora bien, ¿cómo los afrontamos? Porque centrarse en algo concreto durante una hora, sin que un pensamiento, llamada o whatsapp interfiera, parece misión imposible hoy en día.

No es que usar el móvil sea malo, sino que provoca la adicción conocida como nomofobía. Significa estar condicionado por los efectos que generan los smartphones: conversaciones de whatsapp, chequear twitter cada cuarto de hora, o testear si hay jugadores interesantes para comprar en el Comunio. No es que aisle a los dependientes, también les puede ocasionar dolencias físicas: pánico de salir a la calle sin el aparato, dolencias en el cuello, tendinitis en los dedos o Phubbing, no poder evitar enviar mensajes.

«Tenemos la sensación de que algo que es más rápido es mejor. Esto pasa con internet, el móvil, el bus... Es extrapolable a todos los aspectos de la sociedad», reflexiona Víctor Blanco, programador informático. Esta tendencia que apunta Blanco es una de las causas que impide la consecución de objetivos. La falta de disciplina y no marcarse metas medibles también conducen a la frustración y al posterior abandono. Valentín Fuster expone en su libro «El círculo de la motivación» una idea para combatir la procrastinación en el trabajo: «Creo que si no hubiese un horario que cumplir, cualquier trabajo se haría en mucho menos tiempo. ¡Por eso hay que centrarse en las tareas vitales, no triviales! Así mejorarían los resultados. Ahora entiendo el dicho zen de que menos es más».

Isra García, consultor alcoyano en ultraproductividad e Importante de INFORMACIÓN, no admite concesiones que perjudiquen a su disciplina: «No respondo al teléfono si no es un cliente, amigo íntimo o familiar; no respondo a los tuits con adulaciones; no uso los mensajes de Facebook. Rechazo las comidas de negocios. Prefiero ir al grano y en 30 minutos dejarlo solucionado». García, iniciador del modelo disruptivo de aprendizaje Stand OUT Program, señala como una de las claves de la eficacia diaria es escribir la noche anterior en una agenda las tres tareas prioritarias del día siguiente y marcarse un tiempo concreto para cada una. Así se focaliza y se optimiza. Lo más importante es que uno quiera hacerlo y se de cuenta del tiempo que perdemos.

Los especialistas en la materia, hablan de que la diferencia entre objetivos y retos es que los primeros son cuantificables. «Voy tomando decisiones pequeñas para cumplir objetivos. Aquí de lo que se trata es que si quieres hacer un curso de 3 meses de inglés, lo hagas como sea. Eso implica ir a las clases, leer y estudiar. De esta manera, hay que anotar todas las decisiones y cumplirlas», explica el psicólogo Rafael Santandreu. Si a todo lo anterior, aplicamos dosis de paciencia, el éxito estará cerca.