Su historia va ligada al legado de uno de los barrios con más personalidad de Elche. Es el centro neurálgico de El Raval, un enclave que precisamente ahora cumple 750 años de vida y que llegó a ser una morería y un pueblo con ayuntamiento propio. La Plaza Mayor del Raval se mantiene viva con una personalidad que todavía conserva parte de su esencia del pasado.

Aunque los historiadores reconocen que es difícil remontarse a la época anterior a siglo XVII para ofrecer una semblanza del epicentro de este barrio, sí que es cierto que la herencia musulmana permanece en el recuerdo. Y es que hace siete siglos y medio, El Raval fue un asentamiento árabe, desde que se consuma la reconquista en Elche en 1265 y los musulmanes son apartados a El Raval. Más tarde, a principios del siglo XVII, Elche pierde un tercio de su población a consecuencia de la expulsión de los moriscos. «Es un barrio de vencidos y en su Plaza Mayor están los arcos sobre las calles, elementos típicos de la arquitectura musulmana. Fue su centro neurálgico», relata Miguel Ors, director de la Cátedra Pedro Ibarra, de la UMH. Tras ese antes y después, ese foro pasó a convertirse en el punto de encuentro de un municipio independiente de la villa ilicitana, en manos del Señor de Elche hasta 1835 y repoblado con otras familias. « Fue la plaza mayor de ese pequeño pueblo, que entonces acogía su propio ayuntamiento, el edificio donde ahora se encuentra el Museo de Arte Contemporáneo de Elche», explicó Joan Castaño, archivero de la basílica de Santa María y director del Museo de la Virgen.

Después de aquel periodo de autonomía, de feudos señoriales y de costumbres musulmanas, la plaza permaneció ahí siendo testigo de otros grandes acontecimientos para la historia de Elche. A principios del siglo XX, se convirtió en la sede del movimiento obrero y acogió a las clases más humildes de la ciudad, dedicadas a la industria alpargatera. «En aquella época fue el barrio modesto de Elche, de familias trabajadoras, y eso se puede observar en las fotografías de aquella etapa, con la gente que acudía a la plaza», apunta Miguel Ors.

Y así, sobre ese escenario, una tarde de sábado de 1955, unos jóvenes se encontraban en la histórica replaceta buscando dinero para combatir las penurias de la época. Un 14 de mayo que pasó a la historia por la tragedia que albergó El Raval. Y es que, la tierra se tragó a seis jóvenes del equipo de fútbol del barrio que quedaron sepultados en un refugio construido durante la Guerra Civil.

Cuatro de ellos fallecieron e instantes después del accidente, tanto las brigadas municipales, como los bomberos y los vecinos,realizaron un frenético esfuerzo por rescatar a las víctimas. El entierro de los desdichados jóvenes se celebró el martes siguiente y congregó a miles de personas en el barrio para apoyar a los familiares.

Con estos avatares en la memoria, la Plaza Mayor de El Raval ha seguido aguardando anécdotas y vivencias únicas, algunas de ellas todavía por investigar, ya que desde el Archivo Municipal reconocieron que todavía falta mucho por estudiar de este enclave de la ciudad.

Uno de esos episodios cuanto menos curioso es que en las fiestas de la Venida de la Virgen era habitual soterrar el suelo cuando la Patrona pasaba por el arco de la Plaza Mayor de El Raval, con el objetivo de que la imagen no topara con el techo y que fuera dañada, tal y como relata Joan Castaño.

Otro de los elementos que forma parte del legado del pasado de la plaza es el reloj de sol ubicado en la fachada de la antigua casa consistorial. Sin embargo, sus orígenes no están definidos.

Sobre el firme de este punto de encuentro se emplaza ahora una estatua de un zapatero, en homenaje a los trabajadores de este sector, que en su día fueron los moradores del barrio. Ahora, la zona ha pasado a ser un entorno privilegiado para vivir y su plaza un lugar de reunión tranquilo y alejado del ruido de la ciudad, pese a estar a pocos metros del centro de Elche y con establecimientos de restauración a su alrededor.