Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El poeta que no cesa

El escritor alicantino José Luis Ferris desmonta los tópicos de poeta pastor y sin formación en la biografía revisada de Miguel Hernández

Miguel Hernández, el poeta que no cesa

El escritor alicantino José Luis Ferris ha revisado, modificado datos y ha añadido 150 páginas a su biografía de Miguel Hernández escrita en 2002. El resultado se presentó ayer ante numerosos medios de comunicación en Madrid, la ciudad que recibió de manera hostil al poeta en 1931, pero en la que nació literariamente y en la que conoció a los grandes de la literatura del momento.

Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta (Fundación José Manuel Lara) pretende acercar al público «la figura del poeta más que su vida». Por eso, apunta, «empecé a trabajar la figura de Hernández para que se fuera a su obras, que se conociera al poeta beligerante, instrumentalizado muchas veces tanto por la izquierda como por la derecha y que podamos conocer al poeta completo, al poeta herido por la muerte de un hijo, al poeta de las cárceles, reposado, con 30 años pero de vuelta de muchas cosas y que en ese momento de pausa y ausencias escribe ese conjunto maravilloso de poemas».

Para Ferris, lo importante es que se conozca «la cantidad de poemas» que escribió entre El rayo que no cesa y Cancionero de ausencias. Cuando el cantautor Enrique Contreras le preguntó qué poema podía musicar de Miguel Hernández que nadie hubiera cantado antes, Ferris le dijo Me sobra el corazón, «un poema desconocido pero que está ahí, en las obras completas. Por eso escribí la biografía de Miguel».

El autor cree que con su trabajo intenta «sacar del escombro» la imagen del «poeta cabrero o indocumentado, autodidacta y que se dedicó al ganado». Lo dice con conocimiento de causa tras un arduo proceso de documentación y también gracias a las investigaciones que se han ido publicando. «Su padre tenía las mejores cuentas de Orihuela, un gran negocio de exportación de ganado, fletaba barcos parta transportar cabras». Es decir, que «nunca hubo pobreza ni hambre en su vida, hubo austeridad» y que cuando abandonó el colegio fue a los 15 años porque murió el hermano de su padre y tuvo que ayudarle con el ganado. «Haber estado diez años escolarizado en esa época era una barbaridad» y cuando sale «ya sabía latín y francés».

Entre sus aportaciones a este libro, Ferris da una visión «más profunda de su relación con Vicente Aleixandre, tras la publicación del epistolario del escritor con el poeta y con Josefina Manresa. «Se llega a la conclusión de que en la selección de los 29 poemas y el orden de El rayo que no cesa fue su consejero».

No fue tan fluida y satisfactoria su relación con otros grandes poetas de la Generación del 27, como Lorca y Rafael Alberti. «Hay una parte de los autores del 27 que lo desprecian porque hay que reconocer que es una magnífica generación literaria pero también es un grupo de burgueses a veces insoportables y había mucho clasismo». Lorca, afirma, «no soportaba a nadie a su lado que no vistiera de punta en blanco. ¿Qué iba a decir de Miguel que iba siempre con su ropa humilde? De hecho dijo que le tenía alergia a ese chico de Orihuela y que procuraran no invitarle si iba a estar Miguel». Y también se llevó mal con Alberti «porque tenían conceptos diferentes de la guerra, uno en el frente y otro desde su casa». Para el autor, el comportamiento de ambos con Miguel fue «bastante injusto», pero él fue «el poeta del pueblo, que escribía con un gran nivel literario y grandes metáforas, pero el pueblo lo entendía, cosa que otros poetas no consiguieron porque escribían para el pueblo como si fuera estúpido».

Esta biografía analiza también la importancia de las figuras de la pintora Maruja Mallo, fundamental en su vida, la escritora Maria Cegarra y Josefina Manresa, su esposa, «que nunca le entendió como poeta». Ferris desgrana el esquema emocional de ese libro y los poemas dedicados a cada una de estas tres mujeres.

En 2017 se conmemoran los 75 años de su muerte, pero Miguel Hernández «sigue dando juego, siguen apareciendo poemas inéditos», como el que hace días publicó INFORMACIÓN. El escritor espera que los actos que se programen, como el congreso internacional organizado por el Instituto Juan Gil-Albert en el que él participa, sean un éxito. «Yo lo que pido es que se deje hacer, que si hay una compañía de teatro joven que quiere estrenar una obra y se le quiere homenajear se le deje trabajar, que no se pidan derechos imposibles que impidan iniciativas culturales».

«Es lógico que se cobren derechos de autor» porque «durante mucho tiempo sufrió una explotación y un expolio indiscriminado, incluso Josefina, que era muy generosa, le cedió a Serrat los poemas para el disco del 73 a cambio de un tocadiscos para poder escucharlo... eso tampoco es».

Y si hay que hablar del futuro, Ferris se decanta por «hacer una biografía de lo que hubiera pasado con la vida de Miguel si no hubiese muerto, qué proyectos tendría... Hay algo que no se conoce y es que se quería dedicar al cine, tenía un proyecto. Qué pasó cuando murió fuera y dentro de España, cómo se le despreció y luego se le intentó encumbrar. Lo que está detrás de Miguel está aún por trabajar. La carpeta desde hoy vuelve a llenarse de documentos para empezar a investigar de nuevo».

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats