Zorba es un héroe ancestral, un amante de la vida, un hombre libre, un seductor, un optimista, un enemigo de las prohibiciones. La primera vez que contó su historia sin palabras, solo a través de los movimientos de su cuerpo, fue gracias a Lorca Massine, el bailarín y coreógrafo neoyorquino que soñó con llevar a la danza la historia que plasmó en la literatura Nikos Kazantzakis en 1946 y que luego tradujo en cine Michael Cacoyannis en 1964, con Anthony Quinn como protagonista y música de Mikis Theodorakis, consiguiendo tres Óscar.

Literatura y cine. Pero a Massine le faltaba traducir esa historia al baile y hacer una interpretación distinta, porque «la danza tiene el poder de contar cosas que ni la palabra puede contar». Después de ocho años y cerca de diez borradores de libreto, Zorba el Griego llegó a los escenarios. Fue en la Arena de Verona en 1988. También con la música de Theodorakis. Desde entonces han pasado ya 28 años, se ha representado en más de 30 países del mundo, se han realizado 5.000 funciones y lo han visto más de 3 millones de personas.

Y esas cifras aumentarán hoy, cuando Zorba el Griego baile en el escenario del Aula de Cultura de Alicante de la Fundación Caja Mediterráneo, a partir de las 20.30 horas, de la mano del Ballet Nacional de la Ópera de Sofía.

«Lo importante de un montaje no es la cantidad, lo difícil es la calidad», asegura Lorca Massine, que ha realizado más de medio centenar de coreografías y actuado en las mejores salas del mundo, como el Metropolitan, el Covent Garden o el Bolshoi.

«No creo que las 5.000 funciones hayan sido todas maravillosas, pero es cierto es que el mensaje es universal porque habla de la inmortalidad, del vivir completo, de saber triunfar, de ser feliz, olvidando el drama».

Zorba, afirma, «es un dios moderno, derivado de Dionisio, pero un dios que danza, que baila, y el baile es un derivado directo de la vida porque la vida es movimiento y la danza es la intensificación del movimiento».

Y en ese proceso, el Zorba de Massine ha cambiado, ha crecido «muchísimo». «Una coreógrafo no es un inventor, es una persona que descubre siempre algo nuevo», algo que hay que transmitir al público. «El éxito es muy importante porque hace que eso no muera, pero también lo es la emoción y eso hay que crearlo cada día porque si el ballet no comunica el mensaje de este drama no tiene sentido; por eso Zorba nace en cada función, si no, no existe; es como un ritual por eso se explica que todo el mundo se sienta cómplice».

En su opinión, este héroe se ha convertido en una leyenda. «El público lo adoptó, yo he hecho otros ballets, cosas muy diferentes, pero el éxito de Zorba está en que contamina, da una respuesta al espectador y saca de él algo que tenía dentro pero escondido». En este sentido, apunta que el público español es muy receptivo. «Cuando era joven bailé en España y los españoles son un pueblo muy vivo y muy intenso».

Lorca Massine, que prepara ahora un espectáculo sobre la estancia de Picasso en Italia que presentará en el Teatro Antiguo de Pompeya, es hijo de Léonide Massine, uno de los grandes coreógrafos del siglo XX, «muy ligado a España». De ahí que este artista comparta nombre con el poeta granadino. «Mi padre estudió con grandísimos profesores en España, hizo El sombrero de tres picos de Falla y tenía una gran cultura española; él me enseñó la técnica del flamenco». Por eso, asegura, «en mi casa era obligado leer a Tirso de Molina o Alarcón cuando era pequeño... Lorca salió así y para mí es un orgullo».