El sábado se abría la temporada en la Plaza México del DF azteca. A las 00:00 (hora española), rompían el paseíllo Eulalio López «Zotoluco», José Mari Manzanares y Alejandro Talavante para dar cuenta de un encierro de Bernaldo Quirós que se encargó de echar al traste casi al completo las buenas intenciones de la terna. Ganado sin mezclas con la moderna sangre brava española, o lo que viene a ser lo mismo, sangre brava mexicana en estado puro. Y aunque a la fiesta en el país centroamericano le hacen falta los triunfos de toros y toreros como agua de mayo, lo cierto es que el sexteto de astados lució mansedumbre a raudales. Tardos en embestir la mayoría, rajados mediada la lidia todos, hilvanar faena constituyó casi un milagro. Menos de medio aforo cubierto que, junto al juego y presentación del ganado, deben invitar a la reflexión.

Y sin embargo, el torero alicantino se entretuvo en ligar varias tandas por ambas manos ante el cárdeno que salió en quinto lugar que rezumaron una exquisitez absoluta.