Susana Guerrero trabaja con las tripas y el corazón, con lo terrenal y lo onírico, con los mitos que deconstruye y reconstruye hasta hacerlos propios y todo ello lo plasma en sus esculturas, que en los próximos días viajarán a Nueva York para su primera exposición individual en la Gran Manzana. Será el próximo 15 de septiembre en la 532 Gallery Thomas Jaeckel de Chelsea, el barrio del arte tomado por las galerías al oeste de Manhattan.

«Hace dos años que en la galería vieron parte de mi trabajo y me propusieron trabajar con ellos», explica la artista ilicitana, que recuerda que quedaron impactados con sus obras y le confesaron que no pegaron ojo ese día «y eso es lo mejor que le pueden decir a un artista», admite.

No es extraño, ya que solo con los títulos de sus piezas -Distribuidor de leche, Línea de sangre, Corsé-jaula para corazón de espinas, Garras- la obra de Susana Guerrero (Elche, 1972) tiene mucho de exorcismo y de «transformación del dolor como purificación del cuerpo y el espíritu», como ella señala.

En esta exposición, titulada Anatomy of a myth (Anatomía de un mito), reúne una veintena de piezas, algunas de ellas antiguas realizadas en México hace años -como sus corsés y camisones de espinas, que estaban en la Bienal del Diseño de La Habana- y otras muy recientes -la última, Bata de cola, acabada ayer con la ayuda de su familia atando cables- de la nueva hornada.

«Ahora estoy trabajando mucho con cables que le sobran o que ya no le sirven a mis amigos, me interesa que sea material que venga de algún lado con historia, que venga cargado -la genealogía de los materiales- y todo tiene que ver con mis temas de siempre: la hembra alimentadora, la madre, la tierra, la lucha», explica la artista.

Guerrero siempre ha estado interesada en la reformulación de las mitologías antiguas, ya sean griegas, mexicanas o valencianas -como La mare dels peixos-, las tradiciones populares, las leyendas o los rituales iniciáticos, «para mí es muy importante la mitología, partir de una historia; utilizo todo lo que encuentro y lo reconstruyo. Es la reconstrucción de la mujer», añade sobre Anatomía de un mito.

Cables, estructuras metálicas y hasta uñas suyas y de su hijo Ulises, de siete años, «que he ido guardando desde hace tiempo y las he bordado con hilo rojo en la obra Madre y tiempo, para simbolizar el paso del tiempo» es lo que utiliza Guerrero en esa autopsia femenina, o de su propio parto, simbolizado a través de un corsé metálico con los órganos, corazones y pulmones, fuera del sitio y unidos por filtros de sangre «que tiene mucho que ver con la salida de Ulises y la reconstrucción de mi propio cuerpo».

Para Guerrero, la desfragmentación de órganos, cuerpos y cabezas y su reconstrucción artística «tiene mucho que ver con lo que hace un médico internista que se ocupa de los órganos internos del cuerpo».

El hecho de trabajar con nuevos materiales, como cables y estructuras metálicas, se lo sugirió su galerista y «me ha gustado hacerlo, estoy contenta con las piezas, aunque aún no he digerido las obras», ya que entiende que la elección de cada material y la configuración de cada forma «aporta una carga poética y un sentido simbólico» a las piezas.

La artista ilicitana mostrará sus obras al público de Nueva York durante un mes, mientras que en diciembre acudirá a una feria de arte en Miami y en enero realizará otra exposición individual en el Centro Cultural Español de Miami.

Antes de verano, Susana Guerrero participó junto al también artista Elio Rodríguez en la feria Context de Nueva York con algunas de sus obras.