Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El legado musical de Rafael Altamira

Aparecen en el IES Jorge Juan 38 partituras firmadas por los tíos y el abuelo del historiador

El legado musical de Rafael Altamira

Su abuelo, Juan Altamira, era pianista; su padre, José Altamira, fue músico mayor del Regimiento de Infantería Inmemorial del Rey; sus tíos, por parte de madre, Miguel y Vicente Crevea, compositores y pianistas. En este ambiente, raro resultaría que Rafael Altamira, entre todas sus habilidades como historiador, jurista y pedagogo, no añadiera la de tocar el piano. Y además, al parecer, de forma más que digna. De hecho, en algunas notas de sociedad en prensa de la época aparecía que Rafael Altamira había acompañado al piano a una u otra cantante en una fiesta de sociedad. Y también, cuando realizó su viaje a América hay crónicas que recogen que interpretó algún recital para el pasaje del barco, con el objetivo de amenizar la travesía.

Por eso, el hecho de que haya aparecido una carpeta con 38 partituras firmadas por diferentes miembros de la familia del intelectual alicantino sorprende por el hallazgo, pero en cierto modo parece lógico para una saga tan prolífica a nivel musical. Esta documentación se ha encontrado en el IES Jorge Juan de Alicante, centro en el que el historiador depositó su legado. Con motivo de la reestructuración del instituto, esta carpeta se guardó en un sitio diferente al resto del legado y fue hace unos meses cuando el director del centro, José Miguel Baeza, localizó esta carpeta.

En ella se encuentran 38 partituras firmadas por Miguel y Vicente Crevea, y por Juan Altamira. «Cuando aparecieron no sabíamos quiénes eran, nos fuimos enterando de que eran dos músicos del siglo XIX que habían trabajado para la Concatedral de San Nicolás», apunta el director del Jorge Juan. «Hablando con Pilar Altamira sacamos el hilo familiar y vimos que formaba parte del legado de su abuelo».

La mayoría de las obras son romanzas, mazurkas, habaneras o polcas. Algunas de ellas con dedicatoria. Como la que escribe Juan Altamira en Mazurca, la despedida: «Música y coro de Juan Altamira dedicada a sus amados hijos y a sus nietos, Juanita y Rafaelito», o en una pieza para piano: «Esta polka que he compuesto con el nombre de Miguel, que la toque mi Juanita y la baile Rafael».

Pero de los tres, el que mejor música llegó a componer fue Miguel Crevea, que con su Miserere consiguió traspasar fronteras. La pena fue su muerte prematura, a los 25 años, por tuberculosis. «Esa obra está considerada como uno de los mejores misereres de Europa», destaca Pilar Altamira, y lo corrobora el catedrático de Musicología José María Vives, que se encargó de recuperar esa pieza y dirigir su interpretación durante varios años, entre 1996 y 2002, en la Concatedral de San Nicolás, y que además ha revisado esta carpeta de partituras.

«Es muy interesante porque patrimonio musical alicantino existe pero lo conocemos muy poco», afirma Vives. «Es un repertorio alicantino que se debería dar a conocer publicándolo, porque si no se publica no se puede tocar». Además, el músico cree que «habría que hacer una edición crítica y pedagógica para que estuviera en los planes de estudio del conservatorio, no son obras muy complicadas, son fáciles, aunque son de bastante calidad».

Vives recuperó el famoso Miserere de Miguel Crevea que luego grabó el Coro de la Generalitat con el Grupo Instrumental de Valencia, destacó que esta obra fue en su momento «muy popular», incluso un año después de que fuera compuesta, en 1860, se interpretó para los reyes. «Rafael Altamira también acabó siendo un buen pianista. Gran parte de la responsabilidad de que en el Magisterio español se estudiara música hay que vincularlo a la Institución Libre de Enseñanza y desde luego a los esfuerzos que hizo Altamira por la educación musical».

«Siendo rico el patrimonio musical alicantino, que lo es, tenemos muy pocas obras de compositores alicantinos editadas o recuperadas», afirma. «Debería haber una concienciación por parte de las instituciones para que se editaran y pudieran difundirse».

En este sentido dirige su mirada también Pilar Altamira. «Ahora vamos a intentar que se puedan editar todas las partituras para que se puedan tocar». Y a este deseo se une igualmente el director del IES Jorge Juan. «Para nosotros sería muy importante que se revisaran las obras y se pudieran recuperar».

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats