El 8 de junio del año 793 es la fecha que los textos recogen como la del primer saqueo vikingo en el monasterio de Lindisfarne en las costas inglesas. A partir de ahí comienza la conocida como era vikinga. Es cierto que asolaron Europa, que sus ataques eran devastadores, que su fuerza era grande y demoledora, que saqueaban, que eran violentos. Y hasta aquí. Porque la exposición que el día 19 se inaugura en el MARQ, Vikingos. Guerreros del Norte. Gigantes del mar, que ayer se presentó en el Museo Arqueológico de Madrid, tiene como objetivo desmontar todos los tópicos y creencias que se han ido transmitiendo sobre esta civilización, reforzada por series que han dado una visión parcial.

Algo básico: los cascos que usaban no tenían cuernos, eran lisos y con relieves pero sin esas protuberancias. Y eran violentos, cierto, aunque su ferocidad no era mayor que la practicada por los francos o los reinos ingleses. Saqueaban los poblados a los que llegaban, pero no siempre, ya que eran excelentes comerciantes y también unos artesanos con una gran preparación. Además, muchos de los objetos de otras culturas que poseían no eran robados sino adquiridos como recuerdo.

Salvajes, relativamente. Sus barcos, los drakkar eran invencibles y temidos, precisamente porque el nivel tecnológico conseguido por los vikingos era inigualable ya que eran grandes ingenieros y arquitectos.

Y estaban reñidos con el aseo lo justo y necesario para esa época mientras hacían sus campañas navales. Sin embargo, fuera de sus barcos les preocupaba mucho su aspecto, algo que se conoce por los objetos encontrados: bastoncillos, perfumadores...

También eran muy viajeros. Llegaron hasta Norteamérica y se instalaron en Canadá, y recorrieron la costa mediterránea. No siempre, eso sí, era para buscar pelea y devastar a otras civilizaciones, sino también para conocerlas e intercambiar artesanía.

Todo esto, a grandes rasgos, es lo que la exposición que abrirá sus puertas en Alicante, con piezas procedentes del Museo Nacional de Dinamarca, que por primera vez pisa España, y la colaboración de Museums Partner, quiere contar al público a través de 663 objetos, tal como se puso ayer de manifiesto en la presentación en Madrid.

La comisaria de la muestra, Anne-Kristine Larsen, lo dejó claro. «Presenta un mundo fascinante y único entre los siglos VIII y XI, en un periodo en el que Escandinavia sufrió invasiones y saqueos pero también una importante red de producción e intercambio». Asimismo, destacó que «los vikingos son conquistadores pero también comerciantes y excelentes artesanos, con unas habilidades tecnológicas que no tienen paragón en la fabricación de barcos». Y destaca que la muestra «incide en su vida diario, en su hogar, en su vida habitual, no solo en los barcos vikingos».

La aportación de esta exposición es que «la base del contenido académico es la autenticidad, la incorporación de las últimas investigaciones que se han hecho, con un enfoque multidisciplinar, porque se trata de que genere sorpresa, que sea amena y que motive al público a seguir estudiando la cultura vikinga».

En este sentido, afirmó que «es una aventura para el Museo Nacional de Dinamarca y la colaboración con el MARQ ha sido muy fructífera».

La agregada cultural de la Embajada de Dinamarca en España, Sarah Maria Bogantes, añadió que «detrás de la imagen popular se esconde una cultura rica» y que «el conocimiento viene de fuentes populares que no se corresponden con la realidad». Bogantes destacó que «parece que los vikingos hacían turismo», ya que muchos objetos encontrados «no son fruto de saqueos sino souvenir de sus viajes».

También Anni Mogensen, directora de programas del museo danés, destacó que «la primera escala de la exposición es Alicante y luego queremos llevarla por todo el mundo para que se conozca esta civilización».

Para el director del MARQ, Manuel Olcina, la obligación del museo «es ofrecer al potencial público un producto riguroso, alejado de estereotipos y por contra lo más apegado posible a las últimas y acreditadas investigaciones históricas y arqueológicas».

La muestra, que se podrá ver hasta el 16 de enero de 2017, se centra en el guerrero, como no podía ser de otra forma, pero junto a él «y no con menor espacio o intensidad se dará a conocer el arte y sus estilos, la artesanía, la estructura social, los lugares de vida, las creencias religiosas... es decir el universo cultural de unos pueblos que a menudo se han identificado solo por el temor que propagaron desde el Mar del Norte hasta el Mediterráneo».

Para el presidente de la Diputación, César Sánchez, «con esta exposición trabajamos dos ámbitos, el cultural y el turístico», de manera que con esta muestra «realizamos una apuesta por el turismo cultural... los vikingos hacían turismo, como ha apuntado Sarah Maria Bogantes, y eso es lo que pretendemos que hagan en España». Por eso, afirmó, «es una exposición necesaria y oportuna que está de máxima actualidad y ya forma parte de la marca Costa Blanca».

El Museo Arqueológico Nacional fue el escenario de esta presentación, en la que su director, Andrés Carretero, definió al MARQ como «uno de los museos pioneros en la renovación de los centros arqueológicos, con una línea de exposiciones que pone los dientes largos».

El director de la Fundación MARQ, José Alberto Cortés, recordó que en 2009 ya se presentó la exposición de entonces en ese museo y «ahora volvemos con los vikingos».

También acudieron al acto de presentación de la exposición en Madrid, que ha contado de nuevo con la colaboración de las fundaciones CajaMurcia y Asisa, el diputado de Cultura, César Augusto Asencio, y el exdiputado de esa misma área que participó en las primeras negociaciones con Dinamarca, Juan Bautista Roselló, quien acudió acompañado con el doctor en Arte Medieval, Juan Cantó.