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Cuando Saint-Exupéry iba a La Ibense

La biografía en castellano del autor de El principito recuerda su paso como piloto por Alicante

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«A Saint-Exupéry le gustaba Alicante, lo decía en sus cartas, y además conoció y paseó la ciudad en el mejor momento de su vida, cuando era feliz y empezaba a ser piloto y trabajaba en lo que más le llenaba, que era volar», afirma Montse Morata, autora de la primera biografía escrita en castellano sobre el escritor francés, Aviones de papel, finalista del II Premio de Biografías y Memorias Stella Maris, que acaba de salir al mercado.

El libro, en el que la autora rescata algunos de sus textos periodísticos inéditos y reivindica la figura del autor más leído de Francia más allá de su obra fundamental, también recoge algunos pasajes de su estancia en Alicante, que visitó en varias ocasiones entre los años 1926 y 1927 en sus comienzos como piloto comercial, primero de la línea Toulouse-Casablanca y después Toulouse-Alicante-Casablanca-Dakar.

«Como pionero de la aviación, llevaba el correo y Alicante era escala de la línea. Paró allí con frecuencia, aunque alguna vez se quedó algún día más si sufría alguna avería. Se refiere a Alicante como una ciudad muy bonita por la que le gustaba pasear y mirar el mar», indica la periodista y escritora, que recuerda que de su paso por Alicante da cuenta Saint-Exupéry en la correspondencia con su amiga parisina Rinette de Saussine, «son cartas fechadas en Alicante, hay tres o cuatro, escritas en francés y publicadas en la Pléiade, y en español aparecen en algunas de sus obras completas, de las que yo he puesto algunas citas».

En esa correspondencia escrita desde Alicante, Montse Morata apunta en su libro que «cuando disponía de tiempo le gustaba pasear por Alicante y sentarse a escribir en la terraza de la Fábrica de Helados Finos La Ibense». En ella recibió el año 1927 «redactando a las 2 de la madrugada de aquel primero de enero una carta en la que expresaba su dicha por vivir aquel día de año nuevo tan lleno de promesas y le contaba a su amiga sus impresiones sobre la ciudad».

«Alicante es el punto más cálido de Europa -escribía el autor de El Principito-, el suelo donde maduran los dátiles. Y yo también, casi debajo de este cielo claro. Me paseo sin abrigo, asombrado de esta noche de las Mil y Una Noches, de las palmeras, de las estrellas tibias y un mar tan discreto que no se le oye ni se le ve, y apenas si alienta».

Sus palabras se acompañaban «del sonido de una pianola que escuchaba a lo lejos», añade Morata, que señala que al francés «por su vehemencia, todas las españolas le parecían "heroínas de ópera"». También indica que el aviador-escritor «sabía un poco de español, llegó a meterse en un cine de la ciudad en alguna ocasión y también cuenta que le dio tres cigarrillos a un mendigo para prolongarle la sonrisa».

«Seguramente Alicante fue la primera ciudad española que conoció porque desde el aire había atravesado el país muchas veces como piloto. Luego vendría a Barcelona y Madrid como corresponsal durante la Guerrra Civil española», señala la autora de la biografía, que precisamente ha revisado su faceta como periodista para diversos medios franceses -Paris-Soir, L'Intransigeant, Marianne- y en el libro recoge cinco textos inéditos de su obra periodística, así como otros que no se recogían de forma completa.

Morata afirma que Saint-Exupéry se hizo periodista «no por vocación sino por dificultades económicas pero hizo textos preciosos sin traicionar su forma de escribir». En el libro cuenta que Saint-Exupéry vino a España como reportero de guerra en dos ocasiones: en agosto del 36, a Barcelona y el frente de Lérida, donde escribe una serie de reportajes, España ensangrentada, de un periodismo «comprometido y muy poético sobre la guerra fraticida» y en abril del 37 vuelve a Madrid, como Hemmingway y Dos Pasos. Sin embargo, su paso como corresponsal en España «es muy poco conocido» y «a pesar de toda la mitología de escritores extranjeros durante la guerra española, Saint-Exupéry es el gran olvidado y sus reportajes son de gran belleza. Me sorprendió mucho ese desconocimiento en Francia y en España, es el reportero más olvidado», apunta la autora, cuyo libro pretende también combatir la falsa etiqueta de «autor para adolescentes, como lo redujo Charles De Gaulle» y mostrar «su profunda filosofía de fondo y su compromiso».

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