¿Cómo ha dormido Reyes Calderón con un Premio Azorín en la mesilla?

Pues he dormido estupendamente, tanto que no me acuerdo en qué he soñado y esta vez me gustaría, la verdad.

Cuénteme cómo surge la idea de escribir esta novela

Hace unos cuatro años porque tardo mucho en mascar las cosas antes de escribir. Fue en un pueblecito de la costa vasco-francesa, donde pasé un fin de semana y hubo una galerna terrible. Yo me baño todo el año y cuando se calmó bajé a la playa que estaba llena de ramas, de porquería que había arrancado el mar. Pero se habían ido todas las nubes y había un cielo azul maravilloso. Eso fue la visión de la paz tras la tormenta. En ese momento me di cuenta que la paz sabe mucho mejor después de la guerra, aunque no hay guerra grande ni paz pequeña, que decía Franklin. Entonces pensé que de tenía que hablar de ese tema.

¿Dispara a la luna es una novela sobre ETA o la trama es una excusa para crear una novela de intriga?

ETA no es el tema en realidad. El contexto es el del País Vasco hoy y todos tenemos eso en la cabeza. El problema es que no se sabe quién ha secuestrado ni por qué. No me importa tanto quién secuestra a quién como qué le pasa al secuestrador, que tiene una experiencia vital que se va desgranando. El miedo, la soledad, la falta de luz, el hambre, el no calcular el tiempo. Es una novela que cuenta mucho los sentimientos, también del secuestrador y de las personas que buscan al secuestrado. No habla ni de idologías ni de políticas, habla de sentimientos de las personas.

¿Cómo se documentó para trazar una estrategia creíble?

Pues me fui directamente a la Guardia Civil y la gendarmería francesa. Lo primero que me pregunté es qué hacer si te dicen que han secuestrado a alguien en el garaje de su casa. No hay más pistas. Todo el proceso que siguen, que es muy profesional, hace que la búsqueda tenga ya en sí misma interés. Hemos ido a buscar el zulo donde iba a meter a mi secuestrado, hemos buscado el pueblo. He intentado ser verosímil. Yo no pretendo ser realista, el realismo está en la calle, yo pretendo ser verosímil.

¿Ellos lo ven como algo acabado?

Todos esperamos que esto sea definitivo.

¿Y por qué recuperar a Lola McHor?

Porque era algo tan doloroso que necesitábamos un punto femenino, un punto de humor y esa es Lola McHor. Yo creo que aquí Lola McHor se viste de largo. Es un pensamiento femenino, un poco caótico, muy sentimental, pero al mismo tiempo racional. Yo hablo como si fuera otra persona, para mi ella hace su vida. Ella es muy divertida y yo no soy una mujer graciosa, no tengo sentido del humor, pero cuando escribo como Lola lo hago porque escribe ella, no soy yo.

¿Considera que la literatura tiene un papel de denuncia?

Yo creo que todos queremos protestar y para mí este es el cauce. Yo soy protestona, protesto por lo que no me gusta, pero mi novela no es de protesta, son mis personajes los que muestran sus desacuerdos. Yo muestro pero no demuestro. Es una forma de hacer ver otras cosas a la gente y eso ya es denuncia y también una forma de solidaridad para darnos cuenta de cómo nos necesitamos unos a otros. La sociedad se construye con cultura y la cultura no sirve para nada; desde el punto de vista económico, un cuadro en la pared no tiene ninguna utilidad y sin embargo nos hace hombres. Yo creo que quitar el arte a una sociedad es quitarle las razones de la creatividad, las razones de la amistad y de la paz.

¿Está maltratada la cultura?

Está maltratada por muchos caminos. Uno de ellos porque la han querido convertir en útil. Y hay veces que una edición de poesía tiene que perder dinero. La cultura hay que integrarla y protegerla. La cultura es un intangible y no podemos medirla con números.

Es doctora en Economía y Filosofía, profesora en la Universidad de Navarra y madre de 9 hijos. ¿De dónde saca tiempo la Reyes Calderón escritora?

Es que el tiempo tampoco es una variable que se pueda medir. El tiempo es flexible. Para mí es muy valioso, pero el que hace algo que le gusta encuentra siempre tiempo para hacerlo.

¿Cuáles son sus lecturas de cabecera?

Me gusta mucho la novela americana pero soy un poco ecléctica. Me encanta Philippe Claudel y también Murakami; releo una y otra vez El Gran Gatsby, a Delibes, lo que va saliendo de los colegas, aunque cuando estoy en últimas fases de escritura de un libro nunca leo novela negra. Y como había presentado la obra a este premio he releído a Azorín.

Hay cierta polémica sobre si España está siendo justa con Cervantes. ¿Habría que reivindicar más al autor del Quijote?

Recuerdo un trabajo que hice, que luego acabó siendo una novela histórica de las primeras que escribí, que me encargaron sobre la financiación de la guerra de la independencia norteamericana en 1776 y encontré un texto en el que Washington escribía a nuestro rey dándole las gracias por el regalo que le había hecho, que era un paño de lana de vicuña y un ejemplar de El Quixote. ¡Regalábamos el Quijote en 1783! Es un español universal, es una joya y como tal no la ocultaría. Estudiaría todas las extensiones que ha tenido.