Nuevo espacio, la sala sinfónica del ADDA; más invitados, unos 1.200; nuevo presentador, el periodista Juan Ramón Lucas, y, por supuesto, nuevo ganador. Reyes Calderón se convirtió ayer en Premio Azorín 2016, con Dispara a la luna, la que es su décima novela y en la que recupera a su personaje Lola McHor.

Lemans y salamandra. Estas son las dos palabras claves de esta obra, con la que la escritora vallisoletana se alzó ayer con los 45.000 euros del galardón que convoca la Diputación junto a Planeta, una historia de intriga en torno a un secuestro de ETA, en la que el secuestrado tiene tiempo de enviar a la juez esas dos palabras escritas. «Tiene como eje fundamental el retorno de la juez Lola McHor -personaje que ha protagonizado ya otras cinco de sus novelas- a la que yo echaba de menos y creo que muchos lectores también», aseguró la escritora.

Reyes Calderón, cuya obra se impuso a las otras 95 presentadas en esta edición, salió al escenario de la sala sinfónica del ADDA, después de «tragarme el chicle cuando he oído mi nombre». «Cuando entraba en este auditorio pensaba en la sensación que me produce entrar en una librería con tantos libros y cómo alguien puede encontrar alguno de los míos, y ahora me siento así porque el jurado haya encontrado mi novela entre 96».

La historia se centra en el trabajo de una juez del Tribunal Supremo que colabora en la investigación del secuestro de un amigo, policía de la Interpol y especialista en terrorismo, tras la declaración de tregua definitiva por parte de ETA. «Quería contar la historia de un secuestro, de un abogado al que meten en el maletero de un coche para llevárselo y antes de que lo encierren en un zulo en Francia le da tiempo a mandar dos palabras a su amiga. A partir de ahí se inician seis días frenéticos».

Para la autora, profesora Gobierno Corporativo en la Universidad de Navarra y profesora visitante en la Sorbona, en Berkeley y en el University College of London, «esta novela es más roja que oscura, es muy fresca, sembrada de vida y de intriga de principio y a fin».

Asegura tener «mucha simpatía» por Azorín, «de hecho acabo de releer un libro suyo» y afirmó que «la novela esta ambientada en la actualidad, hoy gracias a Dios no se secuestra y eso hace que un secuestro sea extraño para todo el mundo».

Elegir el tema de ETA ha llevado a la autora «a trabajar mucho con la Guardia Civil porque yo siempre que preguntaba que si alguien me llamaba y me decía que alguien había secuestrado a uno de mis hijos qué armas tenía, cómo podría hacerlo. No tenía ni idea de qué se hacía en el tema de los secuestros y me resultó fascinante el trabajo que hay detrás y que nunca hemos visto».

Aprender, dice que mucho. «Escribiendo esta novela, rodeada de delitos, he aprendido dos cosas que ya sabía pero había olvidado. La primera, que la venganza siempre llama dos veces y no es buena compañera. La segunda, la importancia de la amistad, lo que se hace por los amigos, no hay nada mejor que los amigos y hay que cuidarlos. La obra empieza con venganza y termina con una amistad, es una lección que deberíamos aprender todos».

La escritora, que no descarta continuar con la serie de la juez McHor, destacó que «yo no busco una historia sino que las historias me encuentran; esta me encontró y no podía alejarme de ella. Pero Lola McHor es una juez que realmente cree en la justicia, una mujer de la que uno se enamora, es como cualquier de nosotros pero como ninguno de nosotros».

Sobre la evolución de este personaje a lo largo de sus novelas defiende que «en otras series, los personajes permanecen y cambia la trama porque cambia el caso que se tiene que resolver. La diferencia con Lola McHor es que la que cambia es ella. También es el caso, pero desde la primera novela ha ido ascendiendo, ha ido creciendo, se han ido sus hijos, es un personaje que se va moviendo, se mueve ella, se mueve su amigo, el inspector Iturri. No es un serie de casos, es la vida de una juez que va evolucionando a lo largo del tiempo y de los casos».

El nombre de la ganadora del Premio Azorín fue dado a conocer por el presidente de la Diputación, César Sánchez, al finalizar una gala celebrada por primera vez en la sala sinfónica del ADDA y que contó como presentador con el periodista Juan Ramón Lucas. La música la puso primero el joven pianista Álvaro Pérez Revert. Después, tres violines y un chelo de la Orquesta de Jóvenes de la Provincia de Alicante, con la voz de la actriz Natalia Millán leyendo un fragmento de «La ruta de Don Quijote», de Azorín.

El jurado este año estuvo integrado por el diputado de Cultura, César Augusto Asencio, quien actuó como presidente, así como por los escritores Juan Eslava Galán, Nativel Preciado, Almudena de Arteaga y Carlos Ferrer. Se completó con el director de la Casa Museo Azorín, José Payá; la directora de Planeta, Belén López, y María José Argudo, directora del Área de Cultura de la institución provincial, como secretaria sin voto.