Dorothy Evans, del sur de Gales, mantenía un contencioso con cualquier vecino que se mudara a la casa contigua a la suya, a los que acusaba de unas ocasionales inundaciones que le impedían vender su propiedad.

Según explicó la acusación durante el juicio, Evans llamaba constantemente prostituta a su vecina y le decía a la hija de ésta, de 13 años, que era una bruja e iba a echarle un mal de ojo y matar a su perro, además de pegarles con el bastón.

"Me parece que, pese a su edad y su debilidad, usted ha hecho la vida imposible a sus vecinos de forma deliberada durante un periodo de diez años", dijo hoy el juez Roderick Denyer al sentenciarla en un tribunal de Cardiff.

El abogado de la delincuente, David Webster, pidió al magistrado que le suspendiera la sentencia de cárcel, ya que así ésta actuaría como advertencia y prevendría nuevos incidentes.

Obligarla a cumplir la pena, por la que su cliente está "aterrorizada", podría tener el efecto contrario al deseado, ya que el lugar de "reformarla" podría "ratificarla en su comportamiento", arguyó el abogado.

"Es capaz de ser una buena vecina", insistió Webster, quien explicó que lo único que le sucede a la jubilada, que pese a todo conserva amigos que hablan bien de ella, es que se ha obsesionado con la disputa sobre el agua.