Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Como pez en la luz

La Fundación Frax de L'Alfàs del Pi muestra quince obras de la artista María Perceval Graells

Como pez en la luz

Estos días y hasta el 13 de diciembre, es recomendable, incluso conveniente, salirnos de la ruta diaria y aprovechar una tarde para perdernos por l'Alfàs del Pi, enfilar el paseo de las Estrellas y visitar la exposición Moments que la Fundación Frax regala al público estos días de otoño. La responsable de las quince obras que allí se muestran es María Perceval Graells, una artista a la que no pienso perder el rastro, por mi propio bien, en los años venideros. La fábula plástica que nos propone no requiere de manuales al uso ni de hoja explicativa. El proceso es sencillo: el visitante desnuda la mirada ante el lienzo y en apenas segundos recibe la descarga, el relámpago de una belleza abstracta, de una emoción que nada tiene que ver con los juegos sentimentales, con los significados y los significantes de Saussure, sino con el placer puramente estético, con la dulce sacudida de algo untado de verdad, con la audacia de un trazo, de un gesto, con la acrobacia de una mano que lanza una línea al universo como quien arroja un deseo a las estrellas o un lirio al fondo de un estanque.

En la abstracción de Perceval Graells habita dese el principio una coherente destreza, una soltura envidiablemente personal. Y esa narrativa tan suya se convierte en casi ofensiva cuando comprobamos que la pintora nació en 1983, que su primera exposición individual lleva fecha de 2003 y que, desde entonces, sus pinturas, sus series, sus lenguajes no han dado tregua al espectador que le sigue los pasos.

Perceval Graells es licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, aunque su formación pasa por Valencia, Milán, Berlín y Alicante. Sin embargo, lo que interesa saber es que estamos ante una artista que no entiende la vida sin la pintura porque, para ella, el arte no es oficio sino destino y necesidad. Y siguiendo ese destino, pronto dejó a un lado los ejercicios figurativos y se entregó a la abstracción. «Es curioso -confesaba María hace unas semanas-, cuando haces figuración piensas en todo menos en la pintura misma, es decir, mientras pintas la realidad, tu mente se abstrae por completo y se evade con otras cosas; sin embargo, cuando estoy en la abstracción, paradójicamente, estoy metida, con los cinco sentidos, en lo que hago, en la pintura».

Ya había declarado hace unos años que la figuración le aburría porque sólo era técnica y ella quería ir más allá con las emociones. Hasta que descubrió, en efecto, el arte abstracto, donde le esperaban, como referente directo, Franz Kline, la Escuela de Nueva York, Tàpies, Saura? A ello cabía sumar la absoluta inquietud de María y ese afán de exploradora permanente de técnicas, productos, materias, formas, soportes?, pero no por mera curiosidad artística, sino por la exigencia humana de dar forma a los estados de su espíritu. Cada estado del alma necesita su técnica y su soporte. Es lo que vamos a descubrir en la exposición Moments. En ella nos esperan quince obras, en su mayoría de gran formato, desarrolladas sobre tela y con técnica mixta (acrílico, óleo, barra de óleo, lápiz de color, cera). Apenas hay bastidor que las tense por sus cuatro lados. Parecen pensadas para pender de un balcón o de una almena, a modo de discursos tendidos a la luz del día o como tapices japoneses. Así se expusieron hace apenas dos meses en el Centro Español La Nacional de Manhattan, en el corazón de Nueva York; y así han quedado fijadas en la sala de la Fundación Frax. Pero lo que interesa de este conjunto es lo que manifiesta, lo que nos cuenta del mundo interior de la autora, de ese fondo casi inexpugnable de claridades y sombras que emergen gracias al arte y se fijan sobre el lienzo con una fuerza que estremece.

Sabemos que Moments nació en París, que el germen de estas pinturas se encuentra en esas últimas semanas en la capital francesa. Allí, durante año y medio, María tuvo tiempo de añorar esencialmente la luz mediterránea, la luz de Alicante. «Echaba de menos momentos que no tenía -confiesa la artista-, instantes sencillos, cotidianos, como el mar, los paseos por El Cabo, el rumor de las olas, una tarde con los amigos de siempre, la ropa tendida en los balcones, las buganvillas?» Un sencillo recorrido por el título de estas obras nos susurra la música que la pintora ha compuesto sobre el lienzo: Agua salada, Buganvilla salvaje, Escoltant els arbres, Un dia de tardor, Calor de verano, Pintant el cel... En ese estado de melancolía surgió Moments, con más texturas, con más diálogo de líneas finas y gruesas, con una clara voluntad de integración, con los fondos más trabajados. Y es que en los lenguajes de la abstracción no hay lugar para la zozobra. El trazo no se medita, se lanza, se atempera al alma, se suelta como un latido firme, seguro, convencido, dinámico, se sincroniza con la libertad de la sangre, a veces del dolor. Todo se libra en una simple batalla: un soporte y un espíritu que dispara sobre él, a quemarropa, sus emociones, sus formas, sus colores. Automatismo, expresionismo abstracto, gestos que estallan, que dibujan una senda ascendente o que se escapan por una línea sinuosa? Gesto, color, huella de una emoción caída sobre el lienzo como una estrella sobre el mar o un meteorito sobre las anchas cordilleras de la conciencia.

Esa fuerza intangible que nos arroja hacia el amor, que nos indigna, que nos produce felicidad o nos arrastra a la locura no tiene más equivalentes visuales que la abstracción. Y es en ese alfabeto, con todo el equilibrio y con toda la armonía, en el que se mueve como pez en la luz María Perceval Graells. Es a través de esta pintura gestual donde ella, con toda su juventud, se la juega cada día. Es en ese lodazal de desvaríos o en ese paraíso luminoso de manchas, sobras, fondos, líneas y trazos donde se crece para vivir y para ser, donde da cuenta de su hegemonía y donde marca el territorio de su presencia.

No se la pierdan.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats