Emily Watson recibió ayer el Premio Donostia del Festival de Cine de San Sebastián, un galardón que no conocía y que ha sorprendido a esta actriz británica, que piensa que hay «mucho» de ella que «aún no se ha descubierto» y a la que le encantaría hacer una comedia.

«Creo que sería muy buena, dicho sea de paso», aseguró la actriz en la rueda de prensa que ofreció ayer en el palacio del Kursaal tras posar para las cámaras y firmar autógrafos a algunos fans.

Por la noche recogió el premio del certamen a toda su carrera, el único que se entregará en esta edición. Aunque le parece «maravilloso recibirlo», dijo sentirse «extraña» por ello.

«Me creo que todavía tengo 23 años», bromeó la intérprete, con una treintena de películas en su currículum, que inauguró en 1996 con Rompiendo las olas, de Lars von Trier.

Watson señaló que, con el transcurso de los años, el director danés «ha adquirido la reputación de tío difícil con las actrices», pero su caso no fue ese, pese a que fue «duro» trabajar con él.

También la actriz Inma Cuesta, después de haber sorprendido con su talento cómico en 3 bodas de más, defendió ayer La novia, una adaptación lorquiana que se estrena mañana en la sección Zabaltegi, de la que señaló: «Para mí fue algo salvaje y descontrolado, me di como un animal».

En la última jornada de competición, tomaron el festival películas de niños asustados por demonios reales e imaginarios; inocentes, que hablan con gigantes de mentira y niños que se quedan sin casa por culpa de un desahucio.