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Pedaleo, surf y muchos kiwis

El alicantino Atila Madrona está dando la vuelta en bici a Nueva Zelanda contando su aventura en las redes sociales - Finalizará su viaje en dos meses habiendo recorrido alrededor de 10.000 kilómetros desde diciembre

Pedaleo, surf y muchos kiwis Martin henley

El alicantino Atila Madrona se está dando un pequeño paseo de diez meses por Nueva Zelanda. De pronto decidió coger una bici, atarle un carro con una tabla de surf y lanzarse a la aventura. Ahora lleva diez meses viviendo experiencias que muchos siguen a través de su capítulo semanal en Youtube y sus redes sociales.

Justo ahora está en Whangamata, en la región de Coromandel, ya de vuelta a Dunedin donde inició su viaje el pasado diciembre. Para llegar hasta aquí ha tenido que pedalear 8.000 kilómetros por «el país con más cuestas» que ha visto en su vida, asegura.

Viaja con una tienda de campaña, aunque, vistos sus vídeos, da la sensación de que no le hace mucha falta. «La gente siempre me invita a dormir en sus casas. Creo que es porque el hecho de ir en bici remolcando una tabla de surf les llama la atención. Además a mí me encanta hablar con todo el mundo», dice mientras se ríe y desmiente no darle uso.

«Al principio un poco triste. Hay alguna situación a la que uno no está acostumbrado y le gustaría estar con alguien. Con mi novia o mis amigos, por ejemplo», comenta Atila sobre viajar en solitario. «Al fin y al cabo soy un aventurero novato y hay cosas que se aprenden por el camino».

Aunque hay un elemento constante clave durante su recorrido que le ha servido de gran apoyo: los kiwis. Kiwis es el apodo que recibe la población neozelandesa a la que Atila admira: «Son gente muy abierta y despreocupada que, por lo general, te invita a cenar».

Después de una de esas invitaciones tenía que continuar su ruta pero, de todo lo que había llovido, el puente por el que debía pasar se lo llevó el agua. La única manera de continuar era cruzando el río. «Me quité las botas y pasé primero el carrito. Cuando volví a por la bici el carrito había rodado hacia el agua y se lo estaba llevando el río. Me puse a correr y conseguí cogerlo. Menos mal que esa noche me invitaron a dormir, porque estaba empapado», cuenta riéndose una vez más.

¿Por allí casi las mismas olas que en el mediterráneo, no? A lo que Atila contesta con una carcajada: «Aquí puedo surfear casi todos los días pero a mí me encanta surfear en casa cuando hay buen mar y esa luz y el sol que sólo nosotros tenemos. Me hace muy feliz»

Hace dos meses llegó a Cape Reinga, la mitad de su viaje y el punto más al norte de la Isla Norte de Nueva Zelanda, donde no pudo evitar derramar unas lágrimas. «No me imaginaba que fuese a llorar. Cuando me estaba yendo me di cuenta de que había llegado hasta allí después de haber vivido mil historias, conocido a un montón de gente y recorrido yo solito 5.000 kilómetros. Era un llanto de felicidad por saber que había sido capaz de llegar hasta donde un día me había propuesto»

«El hecho de descubrir lo divertido que es hacer cosas que te gustan es una motivación para seguir explorando nuevos caminos». Acabará su viaje donde lo empezó, y entonces habrá hecho alrededor de 10.000 kilómetros en «la mejor manera de recorrer el mundo», la bici. «Soy una persona curiosa y me gustaría seguir haciendo cosas nuevas. Me gusta pensar que hay una forma de vida en la que no sólo vivimos para trabajar».

Un año en la vida para hacer lo que nos gusta se ha convertido en el lema de su viaje. Pero ahora ya no está tan seguro de querer que sea solo uno. «¿Qué tal vivir toda una vida sobre una bicicleta?», dice sonriendo.

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